En ciertas ocasiones durante su ministerio terrenal, Cristo alcanzó un cierto estatus de celebridad o VIP, pudiéramos decir, porque sus seguidores se contaron por los miles. Su fama se extendió más allá del humilde pueblo donde había nacido. Reyes y gobernadores escucharon hablar sobre un tal hijo del carpintero. Dirigentes políticos y religiosos se sintieron amenazados por las enseñanzas de este nuevo gurú. En muchas regiones del Medio Oriente supieron de Él, y esperaron con ansias que su Palestine Tour llegara a su ciudad. No es difícil imaginar que si el ministry de Cristo hubiera sido desarrollado en la actualidad, su cuenta de Facebook andaría por los millones de seguidores. Sus posts en Twitter serían retuiteados alrededor del mundo y estarían trending constantemente en todos los idiomas y dialectos. Si Cristo hubiera venido a la tierra, y desarrollado un ministerio en un tiempo como el actual, no hay dudas que su canal de Youtube tendría un tráfico tal, que cualquier búsqueda de Google lo pondría siempre en los top 10. Miles quisieran tomarse un selfie con Él. Habría camisetas con su cara por todos lados, memes con frases suyas serían famosos, en fin, Jesús sería toda una revolución cultural contemporánea, todo un fenómeno.
Sin embargo, cabe preguntar, ¿Cuantos de todos los seguidores que Cristo tendría, en un hipotético ministerio suyo actual, serían seguidores verdaderos? ¿Estaría Jesús interesado en los números de sus redes sociales? La respuesta rápida a la segunda pregunta es, no. A Dios nunca le han interesado los números. Sino no me crees, revisa la historia de Gedeón. Dios le redujo su ejército de 32,000 hombres a solo 300. Si Cristo estuviera hoy en la tierra, preferiría tener 5 seguidores que sean sinceros en sus vidas diarias, que millones de seguidores que solo sean cristianos cibernéticos.
Ahora bien, la respuesta a la primera pregunta podemos responderla analizando el ministerio de Cristo real de hace cerca de dos mil años atrás. Veamos varias instancias de dicho ministerio. En un par de ocasiones, Jesús proveyó alimento para miles de sus seguidores. De hecho, la razón por la que muchos le seguían, era por los beneficios que podían obtener. A esos, Jesús les dijo:
“De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.” Juan 6:26
No debemos dudar ni un segundo que así como en el tiempo antiguo muchos le seguían por conveniencia propia, en la actualidad muchos hacen lo mismo. Muchos pertenecen a alguna iglesia por algún interés personal o alguna ganancia que pueden aprovechar, es triste, pero es así. La biblia dice que cuando Jesús les habló palabras duras sobre el pan espiritual y no el pan material que ellos andaban buscando,
“…muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con Él.” Juan 6:66
Muchos de los que hoy llenan las iglesias cristianas en busca de prosperidad material mundana, tarde o temprano, cuando se enfrenten con la verdad y pureza del evangelio, harán lo mismo que aquellos que dejaron de andar con Jesús. Hipotéticamente hablando, ya no le darían más “like” a lo que Jesús postearía, o incluso clickearian en “delete friend.”
Es más, si analizamos la manera de Jesús conseguir seguidores en aquel tiempo, nos daremos cuenta que esta fue un poco extraña. En varias situaciones observamos que, al parecer, Él no quería que la gente le siguiera. Jesús decía cosas que a cualquier interesado en seguirle, lo haría pensar dos veces antes de tomar la decisión de echar su suerte con el joven caminante nazareno. En una ocasión alguien le dijo: “Señor, te seguiré adondequiera que vayas.” Aquí había un seguidor nuevo. No obstante, la biblia no registra que Jesús sintiera la emoción que sentimos nosotros cuando nos llega un mensaje de Twitter diciendo: -Fulano ha comenzado a seguirte.- Todo lo contrario, Él le respondió:
“Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos, más el hijo del hombre no tiene donde recostar su cabeza.” Lucas 9:57, 58
En términos modernos Cristo le dijo: -Yo no tengo en que caerme muerto, si quieres seguirme, adelante.- En la misma ocasión, otro le dijo: “Te seguiré Señor, pero deja que me despida primero de los que están en mi casa.” A lo que Jesús respondió:
“Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.” Lucas 9:61, 62
Este discípulo hizo una petición razonable, pero Jesús lo descalificó por completo para seguirle. Varias veces Jesús desanimó, aparentemente, a la gente para que no le siguiera. Al joven rico que guardaba toda la ley, y sería un seguidor ejemplar, le dijo:
“Vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres…y ven, sígueme.” Lucas 18:22
¿Qué? ¿Un hombre que tenía muchas posesiones tenía que venderlo todo y regalarlo antes de seguir a Cristo? Con razón Jesús pasó de ser una celebridad, con miles de seguidores literalmente, a ser un despreciado moribundo en una cruz, junto a la cual solo había un solo seguidor de los miles que le habían acompañado durante 3 años y medio. Y esto, ¿Por qué? Porque seguir a Cristo implicaba sacrificio. Hoy, seguir a Jesús no sería solo hacer click en un botón de alguna red social. Si Cristo estuviera hoy sobre la tierra, seguirlo conllevaría abandonar todo lo de voluntad propia, con tal de seguir la voluntad Suya. Dice la biblia que Pedro, Juan y Jacobo, después de realizar la mayor pesca de sus vidas, donde obtendrían las ganancias que nunca habían obtenido,
“…cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron.” Lucas 5:11
Estos primeros seguidores de Jesús fueron testigos de un gran milagro hecho por Él en sus propias vidas. Pudiéramos decir que le siguieron porque razonaron que les podría ir mejor con Jesús que seguir pescando. Sin embargo, más adelante Cristo llamó a otro hombre, a un cobrador de impuestos que ganaba buen dinero, y le dijo: “Sígueme.” Y Mateo, al instante, dejándolo todo sobre la mesa de los impuestos, se levantó y le siguió. Lucas 5:27, 28.
La respuesta a la pregunta que hice más arriba sería, realmente no habría muchos seguidores verdaderos de Cristo hoy en día; Porque no estaríamos dispuestos a renunciar a todo para seguirlo. No renunciaríamos a nuestros trabajos, carreras o estudios. Ni siquiera abandonaríamos nuestra ciudad para ir a las aldeas y campos. Yo me incluyo. En el supuesto caso de un ministerio moderno de Cristo sobre la tierra, muchos seríamos los que dirían -Señor, Señor- en las redes sociales, pero pocos serían aquellos que estarían dispuestos a renunciar a las cosas a las cuales están aferrados. Seguir a Cristo implica más que solo profesión, implica compromiso. Aquellos doce hombres que le acompañaron hace alrededor de dos mil años atrás, renunciaron a todo cuanto tenían, con tal de echar su suerte con Cristo. Ellos, dormían donde les cogía la noche, comían lo que la gente de buen corazón les proveía, se sacrificaron por su maestro. El ministerio de Cristo no vendía nada, ni se lucraba de nada, sino que demandaba gastos propios. No buscaba fama, sino el bienestar de los demás.
Cuando Cristo fue crucificado, solo un seguidor suyo estaba junto a la cruz. Solo uno. No fue sino hasta ese momento cuando los restantes 11 discípulos entendieron qué significaba seguir a Cristo de verdad. Fue fácil seguirlo cuando la multitud le seguía. Pero no así, cuando el seguirle implicaba rechazo, repudio, y hasta peligro. En ese viernes de tarde, cuando vieron a su maestro crucificado, las siguientes palabras de Cristo resonaron fuertemente en sus corazones:
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” Mateo 16:24
Hoy, Jesús no nos pide que hagamos el tipo de sacrificio que hicieron los discípulos de hace dos mil años. Sin embargo, nos cuesta tanto hacer las cosas que Él nos pide que hagamos. Si Cristo tuviera un ministerio moderno sobre la tierra, ¿Cuántos de los seguidores en línea permaneceríamos a su lado más allá del escándalo global de su arresto? ¿Cuántos lo haríamos más allá de su condenación a la pena de muerte? Es fácil juzgar a los seguidores de antaño, pero ¿Qué haríamos nosotros hoy en su lugar?