El Pentateuco es el nombre que reciben los primeros cinco libros hallados en la biblia moderna. La primera vez que se le dio este nombre a lo se llamaba la ley de Moisés o Torá, fue en el año 200 d.C. cuando Tertuliano se refirió a ellos de esa manera. La palabra pentateuco está compuesta por dos palabras griegas, penta y teuchos. La primera significa cinco, y la última quiere decir rollo o pergamino. Aunque en estos libros el autor no se identifica a sí mismo, los eruditos bíblicos han concordado en que fue Moisés quien escribió estos importantes textos de la Escritura sagrada. Sin embargo, a pesar de la ausencia de una referencia directa a su autor, en ellos encontramos partes escritas por Moisés, según el mandato de Dios:
“Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.” Éxodo 17:14.
“Y Moisés escribió todas las palabras de Jehová, y levantándose de mañana edificó un altar al pie del monte, y doce columnas, según las doce tribus de Israel.” Éxodo 24:4-7.
“Estas son las jornadas de los hijos de Israel, que salieron de la tierra de Egipto por sus ejércitos, bajo el mando de Moisés y Aarón. Moisés escribió sus salidas conforme a sus jornadas por mandato de Jehová.” Números 33:1, 2.
Cuando leemos el último libro del Pentateuco, Deuteronomio, nos damos cuenta que hay una parte que, por razones obvias, fue añadida por alguien más. Es a saber, la parte donde se narra la muerte de Moisés:
“Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy. Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor. Y lloraron los hijos de Israel a Moisés en los campos de Moab treinta días; y así se cumplieron los días del lloro y del luto de Moisés.” Deuteronomio 34:5-8.
No obstante, debido a lo que se escribió en el contexto inmediato a este relato, hoy se le atribuye a Josué la escritura del final del último libro del pentateuco.
“Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés.” Deuteronomio 34:9.
La prueba más segura de que estos libros fueron escritos por Moisés, es que Jesús, el Hijo de Dios, se los atribuyó a este profeta. En Lucas 24:44 Él dijo:
“Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.”
En el concilio de la iglesia cristiana en Jerusalén, Jacobo confirma que desde el nacimiento de la nación de Israel, estos libros eran atribuidos a Moisés de forma directa. Él escribió lo siguiente:
“Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo.” Hechos 15:21.
Aunque hoy muchos quieren desacreditar la autenticidad de estos libros, no cabe dudas de que ellos siempre formaron parte del canon judío temprano. Ellos constituían la primera división de este, el cual consistía de tres divisiones. Estos cinco libros son de contenido histórico. El Génesis comienza con la creación del planeta en el principio, y cómo el hombre cayó en pecado al inicio de la historia humana. Luego narra la historia de algunas de las primeras civilizaciones, y cómo Dios escogió a un pueblo en específico para que fuera su luz en un mundo que se había sumido en las tinieblas. En el Éxodo se narra la salida del pueblo elegido de Dios de la esclavitud egipcia, su peregrinaje en el desierto, y el pacto hecho con Dios. El libro de Levítico nos cuenta los requerimientos que Dios le dio al pueblo de Israel, en muchas aéreas de la vida. Incluyendo la adoración, la higiene, y las relaciones humanas. En Números vemos los eventos más importantes del peregrinaje de Israel por el desierto durante cuarenta años. Y finalmente en Deuteronomio, Moisés repasa la ley que fue dada al pueblo, la expande y amplía.
Aunque muchas cosas de las que se encuentran escritas en la ley de Moisés ya no son relevantes para nosotros, dado que fueron escritas en un contexto histórico diferente al nuestro, los principios encontrados en estos escritos siguen teniendo validez aun en la actualidad. Si bien ya no debemos apedrear a los que violen ciertas leyes de la teocracia, porque hoy vivimos bajo gobiernos humanos, en el contexto actual debemos cumplir las leyes de nuestros gobiernos que, de una forma u otra son permitidos por Dios mismo, y ellos son los que aplican las sanciones a las violaciones de las leyes humanas. La relación que Dios tiene con nosotros en la actualidad, ya no es una de una nación particular, sino más bien una relación con individuos diseminados en todas las naciones del mundo. Sin embargo, Cristo presentó que la ley mosaica todavía estaba vigente en Sus tiempos. Pero Él declaró que estas leyes ya no serían cumplidas como lo fueron durante la teocracia, sino que ahora tendrían un contexto más espiritual. Jesús dijo:
“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.” Mateo 5:17.
“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.” Mateo 5:21, 22.
“También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, déle carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.” Mateo 5:31, 32.
A lo largo de estos cinco libros podemos encontrar creencias fundamentales para el cristianismo. Entre ellas, la creación de la tierra, el origen del mal y el sufrimiento, el plan de redención o rescate que Dios tenía preparado, y la relación que Dios quiere tener con nosotros; Pero, lo más importante de todo el Pentateuco, teológicamente hablando, es que mucho de lo escrito en él prefiguraba a Cristo. Esto lo podemos afirmar a través del Nuevo Testamento. Cristo mismo dijo:
“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.” Juan 5:39, 46.
En Juan 1:45 leemos:
“Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.”
Después de la resurrección de Cristo, y después de un milagro que Pedro realizó en el templo, este último citó:
“Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable…” Hechos 3:22.
El apóstol Pablo escribió a la iglesia de cristianos en Roma:
“…porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.” Romanos 10:4.
El mismo apóstol, mientras se encontraba preso en la ciudad capital del imperio, quiso exponerle a los judíos de allí a Cristo como el Mesías prometido. En Hechos 28:23 leemos:
“Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas.”
Lo más triste de todo es que a pesar de que por milenios los judíos habían leído consistentemente la ley de Moisés, como nación rechazaron al Mesías del cual escribió el profeta que ellos tenían en más alta estima, y todavía lo rechazan hoy. Pablo escribió:
“Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos.” 2 Corintios 3:15.
Pero, gracias a Dios que nosotros hoy no solo leemos la ley de Moisés, sino que tambien aceptamos a Aquel de quien ella habla. Al aceptar al Mesías prometido en los escritos de Moisés, y al andar según Sus caminos, saldremos vencedores de este mundo de pecado. Y un día, no muy lejano, podremos cantar el cántico de Moisés y del cordero:
“Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.” Apocalipsis 15:3.