Llegó enero, primer mes del año. Hoy, segundo día del 2017, parece que la alegría de la navidad se esfumó por arte de magia. Atrás quedaron los regalos, las comelonas, las fiestas, las desveladas y las reuniones familiares. Toda la paz y todo el amor que caracterizó todo el mes de diciembre desapareció. Ahora solo vemos por delante mucho trabajo, tarjetas de crédito por pagar, y lo duro de la vida. Cuesta trabajo volver a adaptarse a la realidad que la vida no es todo felicidad y celebración.
Enero es un mes muy difícil para muchas personas. Puesto que han pasado bastantes días con una cantidad de emociones intensas, y a veces contradictorias, cuando estas emociones acaban, esas personas se desploman emocionalmente. En este mes muchos sufren, lo que algunos han llamado, depresión post-navideña. Hay personas que durante las navidades se ven forzadas, por la presión social, a alegrarse y regocijarse aun sin tener motivos para hacerlo. Entre ellas hay quienes han pasado por la pérdida de algún ser querido. También hay quienes se han quedado sin trabajo y no saben cómo resolverán su situación económica. Aun hay otras que están sufriendo problemas de salud, pero igual se ven obligadas a estar alegres, sin importar sus circunstancias. Es por esto que cuando el último mes del año pasa, la cruda realidad de la vida regresa a ellas.
Para la mayoría de las personas, el factor económico es un detonante fuerte de esta condición emocional que se da año tras año en enero. Durante diciembre parece que olvidamos todo lo que tiene que ver con nuestras finanzas. Solo nos enfocamos en la felicidad y el compartir. A veces gastamos dinero que no tenemos con tal de quedar bien con los demás, ya sea comprando regalos o yendo a sitios, pero sin poder hacerlo. Muchos se endeudan más de lo habitual durante las fiestas decembrinas, para despertase en año nuevo con deudas nuevas. Las cenas familiares, los juguetes de los niños, los fuegos artificiales, todo eso lleva dinero. Dinero que, a veces, no tenemos.
Ahora en enero, en las redes sociales circulan memes graciosos y chistositos que, de vez en cuando, describen la realidad del comportamiento humano. Una vez leí uno que decía: -Ya pueden dejar la hipocresía, ya se acabó navidad, así que pueden volver a ser las mismas personas de siempre.- Durante los días festivos, las visitas y llamadas a amigos y familiares son muy comunes, pero luego del primero de enero, todo se queda ahí. Muchas personas vuelven a verse solas y olvidadas por otros trescientos y tantos días. Algunos sufren emocionalmente porque caen en cuenta que otro año pasó a la historia y no lograron alcanzar sus objetivos, ni cumplir con las metas que se propusieron el año recién pasado. Aunque no oigamos hablar tanto de la depresión post navideña, esta es una triste y cruda realidad para muchos durante una buena parte de este mes de enero.
¿Podemos evitar caer en este bajón emocional? Sí. Mónica Mendoza, psicóloga y consultora, da diferentes pautas para evitar esta condición. Una de las cosas que ella dice es que: “Se trata de afrontar la cuesta de enero, no como una nueva etapa, sino como una que continua en nuestra vida, enfrentándose a ella con calma e ilusión.” Este puede que sea el mayor problema en nuestra mente durante el primer mes del año. Pensamos que en este mes arranca una nueva vida y que todo debe ser diferente. Hay un refrán popular que dice: -Año nuevo, vida nueva.- A veces, en este mes nos trazamos metas que a menudo resultan imposibles. Queremos hacer cambios radicales y drásticos en nuestras vidas, y cuando no los logramos, quedamos frustrados a mitad de camino. Eventualmente dejamos de trazarnos metas de cualquier tipo. La verdad es que el primero de enero no debe ser diferente al primero de mayo o al primero de septiembre. Es solo otro día más que transcurre en este planeta, y tenemos que tener presente que no es una nueva fase de nuestra vida, sino la continuación de la misma. No tenemos porque esperar al primero de enero para proponernos algo que sabemos necesitamos, como perder peso, por ejemplo. Sin embargo, aunque es en el mes de diciembre cuando se notan las emociones más fuertes y durante más tiempo, los cierto es que la sociedad moderna nos arrastra en una montaña rusa emocional todo el año.
Una cosa que debemos tener en cuenta, no solo en esta fecha inicial del año, sino siempre, es que la felicidad que este mundo ofrece es pasajera. Todo ese sentimentalismo de fraternidad es solo durante la temporada. Todo ese amor y esa alegría son momentáneos. Es por esto que no debemos aferrarnos a las emociones que nos dicta la sociedad actual en la que estamos viviendo. Sino que debemos mirar mucho más allá las fiestas navideñas y del primero de enero. Debemos mirar a la eternidad, a la vida sin fin que Dios nos está ofreciendo cada día que pasa. Dios quiere ofrecernos una vida nueva literal, una que no tendrá los sinsabores de la presente. Una vida donde las emociones no irán y vendrán dependiendo la época del año. El gozo de la vida eternal que podemos aceptar hoy como don divino, no vendrá de intercambiar regalos en una fecha X, sino de servir a nuestro Dios y a nuestros semejantes en un mundo nuevo. Uno donde no será el comercio quien dictará como debemos sentirnos, sino que lo hará el amor genuino. Amor desinteresado, amor como tú y yo nunca hemos conocido. Ese amor que llevó a Dios a desprenderse de su único Hijo para que diera su vida por nosotros, y nos rescatara del hoyo en el que habíamos caído. Un amor sin límites.
Lo bueno de ese gozo eterno que Dios nos ofrece es que podemos desde ya comenzar a experimentarlo aquí. Esa felicidad Divina, no pasajera, puede ser nuestra experiencia viva y real aun en este mes de enero del 2017. Una forma cómo podemos sentir este gozo y esta felicidad que vienen de Dios es no olvidarnos de aquellos que están solos durante todo el año. Preocuparnos por ellos constantemente nos dará un gozo más grande que el de diciembre. Comprar cosas necesarias para las personas que no tienen como regalarnos algo de vuelta, da una sensación más satisfactoria que la que sentimos al comprar un regalo para alguien, de quien esperamos recibir algo a cambio. Inclusive, hacer esto nos ayudara a evitar la depresión post-navideña. ¿Por qué no hacer una de nuestras resolusiones de año nuevo el compartir este gozo y felicidad divinos con los demas todo el tiempo?