¿Por qué existimos? Muchas veces ni siquiera pensamos en el hecho de que estamos vivos sino hasta que nos enfrentamos con la dura realidad de la muerte de un ser querido. Solo en momentos de dolor como esos reflexionamos sobre lo frágil de la vida. La ciencia hoy cuenta con toda clase de aparatos sofisticados que nos permiten ver los lugares más intrínsecos del cuerpo humano; Podemos ver lo que pasa dentro de nosotros a través de la sonografía, los rayos x, los electrocardiogramas, y la tomografía axial computarizada, pero la medicina no ha sido capaz de ver en que parte del cuerpo se radica la vida.
¿Qué es lo que hace que nuestro corazón se mantenga latiendo sin parar por muchos años sin que nosotros tengamos ningún control sobre él? Esta interrogante sin dudas nos hace darnos cuenta de que por alguna razón que no podemos comprender cabalmente existimos. Paradójicamente, aunque el ser humano ha sido capaz de extender la vida un poco más a los individuos, a la misma vez se ha perfeccionado en el arte de producir la muerte. En la televisión y el cine se presentan mil y una formas de cómo quitar la vida. Mientras vemos películas de acción, lo que esperamos con mayor ansias es la parte cuando el “bueno” le quita la vida al “malo” de la forma más cruel posible. Nos hemos desensibilizados en cuanto a la muerte de los “malos.”
Todos sabemos que es la muerte y queremos evitarla, lo que no sabemos es lo que la vida es. ¿Por qué es que cuando una persona muere no podemos traerla de vuelta a la vida? ¿Por qué no podemos darle vida a las cosas?
Estas preguntas aunque importantes no son la principal interrogante que se formulan los sabios de este tiempo. La pregunta que la ciencia pondera no es que es la vida, porque esta interrogante ya tiene su respuesta científica. La vida simplemente hace referencia a aquello que poseen los reinos animal, vegetal, bacterias, entre otros. Estos reinos tienen la capacidad de nacer, crecer, reproducirse y morir. La vida en términos simples es la existencia misma. Pero las grandes preguntas que si son preocupantes para los intelectuales de la ciencia de hoy es ¿De dónde surge la vida? ¿Cómo llegó la vida a la tierra?
En un universo tan vasto, ¿Habrá vida en algún otro lugar? Y de ser así ¿Dónde está todo el mundo? Estas son preguntas que muy a menudo nos hacemos nosotros mismos y que la comunidad científica también se pregunta y hasta ahora no ha podido dar una respuesta que sea satisfactoria para la humanidad. El tema del origen de la vida es bastante complejo, pero lo resumiremos lo más que se pueda. En tiempos pasados se creía que la vida podía surgir por sí sola. Esto se conocía como la teoría de la Generación Espontanea. A simple vista pudiéramos decir que si dejamos podrir carne, surgirán gusanos o moscas de dicha podredumbre. Estos aparecimientos espontáneos de organismos vivos en materia orgánica se establecieron en su tiempo como un hecho real en el campo de la ciencia, sin embargo hoy se sabe que no es así.
Hay un principio científico comprobado por Louis Pasteur (1822-1895) que dice que solo la vida genera vida. En otras palabras nada que no esté vivo puede producir vida. Un pedazo de hierro no engendra mas hierro, en el lado opuesto, un árbol de mango, puede dar lugar a mas arboles de mango. Es así de sencillo, todo lo vivo viene de algo vivo. No obstante, el naturalista inglés Charles Darwin (1809-1882) publico en el año 1859 un libro titulado El Origen de las Especies, en el cual defendía que los organismos avanzados como nosotros habían evolucionado a través del tiempo de otros organismos más sencillos que a su vez habían evolucionado de otros organismos más simples que a su vez estos también habían evolucionado de otros inferiores mediante un proceso llamado selección natural.
Este proceso indica que en un ambiente hostil como debió haber tenido el planeta tierra en sus inicios, solo los más aptos podían sobrevivir, mientras que los débiles morían dando así lugar a la aparición de seres más fuertes y complejos en el transcurso de miles de años. Lo que Darwin no sabía, ni ninguno de sus colegas científicos en aquel tiempo es que los organismos que ellos llamaban sencillos, son tan complejos como nosotros mismos.
La complejidad no significa complicación, sino muchas partes interdependientes entre sí, que no pueden funcionar a menos que todas estén presentes a la misma vez, y esto es lo que sucede en los microorganismos, aunque son seres vivos muy pequeños no por eso son sencillos, una célula cualquiera es suficientemente compleja, a tal punto que es imposible decir que es un simple organismo vivo, lo que descarta la teoría de la selección natural.
La ciencia moderna toma parte de las enseñanzas de Charles Darwin y las emplea en la teoría de la evolución que afirma que a través de transformaciones y cambios durante millones de años todas las especies que hoy existen en nuestro planeta han surgido de un antepasado común universal. Esto es un organismo que hipotéticamente fue el primero en surgir en nuestro mundo y del cual se desarrollaron diferentes especies que se sub-desarrollaron en otras especies hasta tener un sinfín de especies de todo tipo de plantas y animales que hoy habitan en este planeta, incluyendo al hombre. Obviamente al decir que surgió un antepasado común universal viene la pregunta ¿Cómo llegó ese ser vivo antepasado de todos a la vida? Son muchas las teorías científicas que han tratado de responder esa pregunta.
Una de ellas es la que ideo el biólogo soviético Alexander Ivánovich Oparin (1894-1980) quien propuso que en un mundo primitivo aproximadamente hace unos 4,000 millones de años se formo una “Sopa Primordial.” En un mundo caótico como se supone era el nuestro al inicio, donde las descargas eléctricas en la atmosfera, las altas temperaturas y los rayos ultravioletas del sol eran una constante, se dio el estado “perfecto” de cosas para que la vida surgiera por sí sola.
La atmosfera contaba con elementos claves como los gases amoniaco, hidrogeno y metano que se combinaron con el vapor de agua lo que permitió que se dieran ciertas reacciones químicas que dieron origen a aminoácidos que son los principales constituyentes de las moléculas orgánicas. Estos aminoácidos que caían a la tierra permanecían en las rocas calientes lo que los hizo combinarse dando lugar a las primeras proteínas que existieron. Luego la tierra permaneció recibiendo lluvia durante millones de años lo que resulto en la creación de los océanos a donde fueron arrastradas estas moléculas y proteínas.
Durante un tiempo incalculable estas moléculas estuvieron en los océanos primitivos de nuestro planeta combinándose y rompiéndose y volviéndose a combinar de una forma diferente repetidamente lo que permitió la multiplicación de las mismas. Hasta que por fin se dio la combinación “perfecta” que con muchos millones de años pudo haber evolucionado en una célula viva que a su vez se reprodujo y –voila!- aquí estamos. Esta es una forma muy simplificada de explicarlo, pero la idea es esa. El científico estadounidense Stanley Miller desarrolló un experimento que parece comprobar la teoría de Alexander Oparin. En un laboratorio, él junto con otro colega diseñaron un tubo que contenía los gases necesarios propuestos por Oparin y un balón de agua para simular el primitivo océano. Unos electrodos producían descargas eléctricas en presencia de estos gases como se supone lo hacían los rayos atmosféricos primitivos y permitieron que este experimento continuara así durante una semana. Al final de esta descubrieron en el agua del balón que se habían formado varios aminoácidos como supuso Oparin.
Este experimento ha sido repetido muchas veces en presencia de muchos tipos de personas y se da como un hecho probatorio de la forma en que surgió la vida en nuestro planeta sin necesidad de que algún ser inteligente haya intervenido. Pero es bueno recordar que no se sabe con precisión como era el mundo en ese supuesto pasado primordial y hoy, con el conocimiento que tiene la ciencia es fácil obtener lo que se anda buscando siempre y cuando se cuente con los equipos y aparatos necesarios.
Además del hecho de que estas moléculas no surgieron al azar sino que un científico fue quien puso las cosas en orden para que aparecieran. Cabe destacar también que junto con las moléculas que aparecieron en el experimento de Miller también aparecieron muchas moléculas que son inservibles para la vida y moléculas que son toxicas. Con todo, esas moléculas “creadas” que se pretende dieron origen a la vida, no sobreviven a los rayos ultravioletas que se supone aportaron la energía necesaria para su formación. Lo que nos deja entonces en un callejón sin salida.
Otra sugerencia sobre el origen de la vida en nuestro planeta supone que la vida se habrá originado en algún otro lado del universo y simplemente fue traída aquí o transportada, si se quiere, en algún meteorito que se estrello con nuestro planeta. Esto se conoce como Panspermia. De ser este el caso, seguimos entonces preguntándonos lo mismo solo que en algún otro lado del universo ¿Cómo llego la vida al meteorito? La ciencia ha tratado de probar de varias formas el origen de la vida en nuestro planeta, pero no ha tenido ningún éxito en sus intentos. Ese secreto se escapa más allá de todos los conocimientos humanos acumulados a lo largo de los siglos. Es una pregunta para la cual no hay respuesta. Pero por sencillo que parezca, la biblia nos dice de donde surge la vida. Jesús dijo:
“Yo soy el camino, la verdad y la VIDA.”
La vida viene de Cristo. Mi corazón late porque así lo dispuso Él. Mis pulmones respiran aire porque así fue determinado por Él. Yo no tengo que hacer ningún esfuerzo para vivir, salvo comer y beber agua, pero fuera de ahí, quien me mantiene con vida es Él. La ciencia no acepta esto porque es muy sencillo. Los hombres del saber prefieren creer lo que ellos puedan comprobar a través del método científico. Yo prefiero creer lo que Dios me dice, después de todo, ¿Tienen los científicos algo mejor que decirme que pueda yo creer?