Ya Pasó Navidad, Otra Vez!

El pasado 25 de diciembre celebramos la navidad del 2015. Este día es festejado, año tras año, como fecha del nacimiento de Cristo. Sin embargo, no existe prueba bíblica alguna para fijar tal acontecimiento en esa época. Cuando Jesús nació, había pastores cuidando sus ovejas a campo abierto, práctica que era común entre los meses de marzo y noviembre, meses en que la temperatura era apropiada para tales fines. El nacimiento del Hijo de Dios, de acuerdo con la narración bíblica, no fue motivo de gran celebración. La realidad es que, probablemente Jesús nació a principios del otoño, y no a principios del invierno, como se cree. Su nacimiento pasó desapercibido en la provincia romana de Judea. Nadie se dio cuenta que Él había nacido, a pesar de las muchas profecías que indicaban su lugar de nacimiento. Solo unos pastores fueron avisados por ángeles, y ellos dieron las nuevas a otras personas. En algún país lejano de oriente, tres estudiosos de las Escrituras hebreas sí habían prestado atención a los acontecimientos predichos en los antiguos rollos de los profetas, y al darse cuenta de lo sucedido, decidieron hacer un viaje para encontrar el niño que había nacido.  Ellos llegaron a donde Jesús estaba aproximadamente dos años después. Sin  embargo, esto no dio inicio a festividades como las actuales. Antes de Cristo, ni después de Él, los judíos tuvieron una fiesta parecida a la que tenemos hoy llamada navidad.

Entonces, ¿De dónde se origina la navidad? En Roma, el 25 de diciembre era consagrado por los paganos para la celebración del nacimiento del dios Sol, durante el solsticio de invierno. Es un hecho astronómico que a medida que la Tierra avanza alrededor del Sol hacia el invierno, los días se van haciendo más cortos. El Sol se oculta cada vez más temprano. El día más corto del año está entre el 21y el 23 de diciembre, y a partir de ahí, los días comienzan nuevamente a hacerse más largos. Es por esto que los paganos interpretaban que el dios Sol moría, solo para renacer otra vez. Esto era conocido como Sol Invictus, o el invencible dios Sol. El culto al dios Sol estaba bien arraigado en la cultura romana. Según la Enciclopedia de la Religión Católica, los líderes de la iglesia romana deseaban suplantar las festividades paganas por otras  cristianas, con tal de hacerlas más llamativas. De ahí que el día dedicado al dios Sol fuera dedicado al nacimiento de Jesús.

En Roma también se celebraba la fiesta pagana conocida como saturnalia. Esta comenzaba a partir del 17 de diciembre, y consistía en diversiones, banquetes e intercambio de regalos. Durante la celebración era común hacer obras caritativas de buena voluntad, y se sentía un ambiente festivo en todo el imperio. La decoración de arboles era también común. Estas celebraciones se hacían en honor al dios Saturno, el dios de la agricultura, y marcaba el final de la temporada de siembras de otoño. Durante el reinado del emperador Augusto (63 aC.–14 dC.), la fiesta solo duraba 2 días. Sin embargo, esta fue creciendo en duración y se movió a fechas más tardes. El clímax de la celebración pasó al 25 de diciembre, y para entonces, la fiesta ya consistía en un evento que duraba toda una semana. El emperador Calígula (12-41 dC.) trató de restringir las festividades a solo 5 días, pero no tuvo mucho éxito.

Ya cuando el emperador Constantino entró en escena, y “se convirtió al cristianismo”, este suprimió las persecuciones a los cristianos. No obstante, el cristianismo no llegó a ser la religión oficial del imperio romano de la noche a la mañana, razón por la cual la fiesta pagana conocida como saturnalia continuó celebrándose todo el siglo siguiente. Eventualmente, la fiesta, al igual que muchas otras cosas, fue cristianizada. Hoy en día la navidad, más que celebración del nacimiento del Jesús, es sinónimo de comercio. Las tiendas hacen sus navidades prácticamente durante todo el mes. Es más, algunos establecimientos comerciales comienzan a sacarle provecho a la temporada desde finales de octubre o principios de noviembre. En los EE. UU. Fiestas como Halloween y el Día de Acción de Gracias a veces se ven opacadas por los preparativos para la navidad, y esta celebración en muchos países de América Latina llega hasta el 6 de enero, día de los Reyes Magos.

Lo triste de las festividades navideñas es que estas crean en el ambiente un momento de felicidad y amor pasajero. Durante el fin y principio de año, todo el mundo parece estar envuelto en fraternidad y amor. Sin embargo, muy pronto ese espíritu se disipa. Hoy, a solo seis días de acabadas las fiestas, la alegría de la navidad recién pasada parece como si se esfumó por arte de magia. Las personas ahora solo piensan en dos cosas: Todo lo que gastaron en fin de año, y en lo que van a gastar en San Valentín.

Los cristianos debemos aprovechar la ventana que se abre por breve tiempo durante la época de los arbolitos y los Santa Clauses, para recordarle al mundo que el propósito del nacimiento de Cristo fue para salvarnos de nuestros pecados. Si bien Él no nació en esa época, aun así nació. El hijo de Dios dejó Su trono de gloria en los cielos para venir a este mundo como un bebe indefenso, para eventualmente morir en sustitución nuestra, como demandaba la sagrada ley de Dios. El regocijo que llenó a los pastores y a los sabios de oriente en Su nacimiento no fue por motivo de celebraciones arraigadas en la cultura popular, sino porque vieron en el niño recién nacido, a un Salvador. Ellos no ofrecieron regalos al bebe como parte de la costumbre de aquella época, sino como ofrendas de adoración a Dios por Su misericordia hacia nosotros. El nacimiento de Cristo muestra el amor supremo que Dios tiene por Sus criaturas descarriadas, en este caso, nosotros.

En los centros comerciales, durante la navidad vemos lindos nacimientos que adornan cada rincón. En ellos apreciamos una paz y una divinidad peculiar. Las vaquitas, los cabritos, y los caballitos todos miran al niño Jesús, limpiecito y envuelto en panales, con María y José bien descansados y bien vestidos. Sin embargo, cuando el Hijo de Dios nació en este mundo lo hizo en un lugar que solo era apto para animales ruidosos y apestosos. Sus padres terrenos eran pobres, y acababan de hacer un largo viaje entre las montañas y los valles de Palestina. No hubo allí una partera que trajera al niño, tampoco había una cunita tan bien preparada para el nacimiento de un bebe. Sin dudas, María y José debieron estar exhaustos y preocupados. Todo eso, Jesús estuvo dispuesto a soportarlo con tal de darnos redención. Pero si bien su nacimiento fue grandioso, más lo fue su muerte, esta aseguró la salvación de todos aquellos que lo acepten como su Salvador.

El sentimiento festivo ya pasó. Las personas volvieron a ser las mismas de siempre, así como pasaba en el imperio romano. Una navidad viene y otra va. Sin embargo, nunca debemos olvidarnos de aquel gran acontecimiento que Dios delineó para hacernos uno otra vez con la familia celeste. 

https://es.wikipedia.org/wiki/Saturnales
http://www.nationalgeographic.es/noticias/solsticio-de-invierno
http://www.historytoday.com/matt-salusbury/did-romans-invent-christmas