Será mejor ser medio cristiano que mundano totalmente? Permíteme aclarar mi pregunta. Durante el pasado fin de semana una persona sincera me comentó que es mejor que la gente, aunque convertida a medias, se quede en la iglesia y no que se vaya al mundo. Sinceramente reconozco que eso suena lógico. Mejor un medio convertido que un impío total. Sin embargo, la realidad es que no existe esa condición. No existe la media conversión o el cristianismo a medias. Se es cristiano o no se es. Es como los dos lados de una moneda. Decidimos llegar a ser hijos de Dios o seguimos siendo hijos del diablo. El apóstol Juan relatando la vida y las palabras de Cristo lo escribió así:
“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” Juan 1:11, 12.
“Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” Juan 8:44
A través de toda La Escritura podemos ver que solo existen dos bandos. Lo único que hay que hacer para estar del lado de Satanás es rechazar colocarse del lado de Dios. Jesús mismo dijo:
“El que no es conmigo, contra mí es; El que conmigo no recoge, desparrama.” Mateo 12:30
Entre estos dos bandos se reparte toda la humanidad. Nadie puede estar bien con Dios y con Su enemigo. En el mundo, es decir, fuera de toda confesión religiosa, hay personas que pertenecen a ambos lados del conflicto. Hay aquellos que no quieren tener nada que ver con Dios y Sus preceptos. Solo quieren disfrutar los “placeres” que el mundo ofrece. También están los que no profesan ninguna afiliación religiosa, pero sienten el temor de Dios en sus vidas y actúan en base al poco conocimiento que tienen tratando de agradar a Dios en todo cuanto hacen. Dios ve su sinceridad y acepta su sumisión a Él de parte de ellos. El apóstol Pablo en Romanos 2: 13-15 dice:
“porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos.”
A este grupo de personas sinceras Dios les envía rayos de luz a medida que ellos son capaces de recibirlos y de esta manera los atrae a Sí mismo dentro de Su redil, es decir la iglesia. Tristemente, algunas de estas personas reciben la luz de Dios, pero no están dispuestas a aceptarla, y así van colocándose automáticamente del otro lado de la cuestión. Al rechazar el conocimiento que Dios trata de impartirles, lo rechazan a Él mismo.
Ahora bien, la misma separación entre los que están del lado de Dios y los que están del lado enemigo existe dentro de la iglesia de Cristo. Y digo la iglesia de Cristo porque no me estoy refiriendo a ninguna denominación cristiana en particular. Sin embargo, dentro de la iglesia la diferencia entre ambos bandos no se nota. En una de Sus parábolas Cristo hizo mención a esta diferencia.
“El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.” Mateo 13:24-29
Es claro que hay solo dos sembradores, el que siembra la buena semilla y el que siembra cizaña. Refiriéndose a la semilla, Jesús mismo dijo en otra parábola (la del sembrador), que esta representa la palabra de Dios. Muchos reciben la palabra, pero no todos dan frutos de arrepentimiento. Ya sea porque el diablo le entorpece decididamente el camino a algunos, o porque ellos mismos creen por un tiempo y luego se apartan. También pudiera ser porque los afanes de la vida o la persecución de riquezas no les dejan tiempo para meditar en la palabra de vida. En fin, al final seguimos con los mismos dos bandos, los que dan fruto agradables a Dios y los que no. Lucas 8:4-15. Aun cuando hay personas que no dan ningún tipo de fruto, hay otros que si los dan, pero no son los frutos que Dios demanda, y por esto ellos se catalogan en el mismo lado. Estos son los que están representados mediante la figura de la cizaña. Mientras Dios tiene en Su pueblo verdaderos adeptos, Satanás también tiene los suyos. Fíjate, de la parábola del trigo y la cizaña, que estos dos frutos son tan similares que solo Dios hará la separación al final del tiempo. Ambos están en la iglesia, unos convertidos genuinamente y otros no. Solo se sembraron dos tipos de semilla, la buena y la cizaña. Entonces, vuelvo a la pregunta inicial, ¿Es mejor tener en la iglesia a personas medias convertidas que dejarlas que se vayan al mundo? Como hemos visto no hay lugar para un tercer bando. O somos una cosa o la otra.
Ahora bien, debemos tener presente que quien hará la separación al final del tiempo es Dios. No somos llamados a sacar la cizaña de la iglesia. Nota que en la parábola se podía apreciar que había cizaña sobre todo el campo, pero al adentrarse en él, ambas cosas se asemejaban bastante como para cometer el error de arrancar trigo pensando que era cizaña. Lo mismo sucede en la iglesia hoy. Hay personas dirigidas por Dios, y hay personas dirigidas por el diablo. A simple vista en cualquier iglesia cristiana se nota que algunas cosas andan mal. Se nota que no todo es trigo, pero nosotros solo vemos lo de afuera y podemos caer en el error de juzgar mal. Pero una cosa es segura, más nos vale que procuremos ser trigo. En Su mensaje a la última de las siete iglesias del Apocalipsis Jesús dijo algo relativo al punto que quiero hacer:
“Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” Apocalipsis 3:15, 16.
He aquí el meollo del asunto. Jesús mismo nos aclara toda la cuestión. No hay término medio. Se es frio o se es caliente. Sin embargo, Jesús hace referencia a un grupo que está tibio. La referencia que Cristo hace de estos considerados tibios no es una positiva, ni tampoco una ambigua, sino es una de condenación. El dijo: “Te vomitare de mi boca, porque no eres frio ni caliente.” ¿Debemos ser fríos o calientes? ¿Quiénes son los rectos? El pasaje no nos dice si los fríos son los buenos o si lo son los calientes, pero una cosa es cierta, Dios prefiere que estemos decididamente en un bando o en el otro y no que pretendamos ser lo que no somos. “Pretender ser” trae la misma condenación que “no ser nada.” Otra vez, solo dos lados, -los que son- en un bando, y -los que no son- junto con -los que pretenden ser- en el otro. Asumiendo que el frio es el inconverso y el caliente es el cristiano, podemos ver que hay más esperanza para el frio, que está en el mundo, que para el tibio que piensa que está bien tanto con el mundo como con la iglesia. El mundano reconoce que está apartado de Dios. El que está «en ambos bandos», el «medio cristiano», si se pudiera llamar así, piensa estar bien delante de Dios cuando no lo está. El mismo Cristo dijo: Ojala fueses una cosa o la otra. Será triste aquel día final cuando Jesús venga y haya aquellos que crean que irán a la vida eterna y se encuentren con esta respuesta de Cristo:
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” Mateo 7:21-23.
Wow! Estos aunque estuvieron en la iglesia nunca fueron conocidos por su Señor. Nota que no serán pocos, sino muchos los que sean declararos hacedores de maldad. Pensando en esto, ¿Qué debo hacer entonces? Asegurarme que me encuentre del lado correcto, de no hacerlo, pudiera colocarme a mí mismo del lado equivocado. Yo debo consagrar mi vida a Dios enteramente, sabiendo que no hay algo llamado media conversión. Si en mi iglesia hay algunos que parecen estar medio convertidos, no es mí deber condenarlos, sino más bien debo ayudarlos a que vengan a los pies de Cristo entregándole su corazón completamente. Satanás se conforma con solo una parte de nuestro ser, pero Dios lo demanda todo. Jesús hace el siguiente llamado:
“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” Apocalipsis 3:17-20.
La decisión es solo tuya. Solo dos opciones, abrir o no abir. ¿Qué Harás?