Arqueología y Escepticismo 2

Como vimos en el pasado artículo, la arqueología se divide en varias ramas, una de ellas siendo la arqueología bíblica. Esta es la que se esmera en excavar en sitios históricos mencionados en la biblia. Todo el Medio Oriente, Palestina, y ciertas partes de Turquía, Egipto, Italia, entre otras localidades, fueron escenarios de relatos narrados en las páginas sagradas de las Escrituras. Cada uno de estos países y regiones cuentan con muchos sitios arqueológicos de interés para el cristianismo. Estos sitios sirven para confirmar la veracidad de ciertos personajes y ciertos lugares. Sin embargo, para probar que la biblia es la palabra de Dios hace falta más que eso. Una cosa es que la arqueología bíblica compruebe la existencia de los lugares y personajes hallados escritos en la biblia, y otra cosa muy diferente es probar que la biblia es la palabra de Dios a través de la arqueología. Algunos puntos a considerar son los que vamos a mencionar a continuación.

1.- La meta principal de la arqueología bíblica no es probar que la biblia es la palabra de Dios. Debemos saber que la arqueología bíblica utiliza los mismos métodos que utilizan las demás variantes de la arqueología. ¿Cuál es la diferencia entonces? La diferencia radica en que esta tiene como norte a seguir los lugares que se mencionan en la biblia. Es decir, su foco de atención es el mundo antiguo que se relata en las Escrituras. Muchas veces lo arqueólogos bíblicos no son cristianos, y no buscan probar los escritos cristianos, sino más bien, buscan comprobar solo la forma de vida de las civilizaciones que se mencionan en la biblia. A veces solo buscan encontrar evidencia de algún personaje bíblico, como es el caso de Herodes que mencionamos en el artículo anterior. A veces los descubrimientos hechos por estos arqueólogos no concuerdan exactamente con la biblia, porque, debemos recordar, que la biblia es solo un libro entre muchos que pudieron haber existido en tiempos pasados. Por lo tanto, no acapara todos los por menores de aquellas civilizaciones. La biblia, aunque es un libro histórico, su función no es mostrar la historia, sino como Dios interactuó con Su pueblo a través de dicha historia.

2.- La historia relatada en la biblia es muy amplia, y trasciende tiempo, fronteras, y culturas. El periodo completo que puede abarcar la biblia, en cuanto a historia se refiere, es de alrededor unos 2,000 años, más o menos. Desde los tiempos de Abraham hasta los tiempos de Cristo. Desde el Medio Oriente, cuna de las civilizaciones, el ser humano se extendió por toda Asia, Europa, y África. Estos tres continentes contienen muchos potenciales sitios arqueológicos que pudieran ser investigados y excavados. Pero la cantidad de recursos y/o personal son muy limitados como para darse a la tarea de incursionar en la exploración,  a gran escala, de semejantes vastas regiones. De hecho, aun si se hiciera un esfuerzo masivo por abarcar la mayor cantidad de terreno posible, aun así, siempre habrá sus escépticos que no aceptarán los descubrimientos, en todos estos lugares, como prueba contundente de que la biblia es la palabra de Dios. El que quiere encontrar motivos para dudar, siempre los encontrará.

3.- La arqueología bíblica no se enfoca en la teología detrás de la biblia. Pongamos un ejemplo. La arqueología puede descubrir que en cierto momento de la historia, en la ciudad de babilonia hubo una gran comunidad judía, que estuvo allí de manera prolongada. Sin embargo, la arqueología no puede ver el trasfondo teológico de el por qué los judíos estaban allí en babilonia. Según la biblia, ellos fueron llevados cautivos por su desobediencia al pacto hecho con Dios desde los tiempos de Abraham, como podemos ver en los libros de los profetas Ezequiel y Jeremías. Ciertos descubrimientos pueden corroborar la narrativa bíblica, pero es imposible que muestren el aspecto teológico detrás de las distintas situaciones que se presentaron en aquellos tiempos.

4.- Las interpretaciones que los arqueólogos dan a sus descubrimientos no están siempre en consonancia con el Registro Sagrado. A no ser que ciertos arqueólogos, con trasfondo cristiano, sean los encargados de las investigaciones y de los estudios realizados, las interpretaciones dadas a dichos descubrimientos distan mucho de lo que se narra en la biblia; como vimos en el caso de las murallas de Jericó en el escrito anterior. Es bueno saber también que la interpretación es parte integral de la arqueología, pero esta interpretación no es absoluta, ni se encuentra libre de errores de algún tipo. La interpretación es una cosa, pero lo que realmente puede haber ocurrido es algo diferente. Además, cada sitio arqueológico provee algunas respuestas a las interrogantes de los hombres de ciencia, pero a la misma vez arroja más preguntas que quedan sin contestar hasta que se pueda descubrir nueva evidencia que responda a dichas preguntas.

Ahora bien, como hemos dicho, la arqueología no es la base para probar que la biblia es la palabra de Dios. Sin embargo, la arqueología corrobora, en gran medida, ciertos pasajes bíblicos, que pueden considerarse en el día de hoy como meras fábulas. Los arqueólogos han descubierto, en varias ocasiones, textos antiguos que tienen relatos similares a los hallados en la biblia, especialmente aquellos que leemos en los primeros capítulos del Génesis. Esto no quiere decir que los relatos hallados en la biblia sean fábulas, sino más bien, esto indica que otras culturas tenían entendido los mismos acontecimientos descritos en la biblia, pero, a su manera. Lo cual es indicativo de un mismo acontecimiento visto desde culturas distintas. Entre ellos podemos citar: Enuma Elish. Esta no es más que una tableta de barro que contiene el relato de la creación del mundo en la cultura babilónica. En ella se habla de una creación que salió de materia preexistente, a diferencia del relato bíblico que nos dice que Dios creó ex nihilo, es decir, de la nada. En otro texto babilónico se encuentra la historia épica de Gilgamesh, la cual describe una gran inundación similar al registro del diluvio encontrado en Génesis capítulo 7.

También, la arqueología ha servido y sirve además para comprobar que los estilos de vida de las culturas halladas en los pasajes bíblicos son fieles recuentos de cómo eran en realidad dichas culturas. Como por ejemplo podemos citar el caso de Abraham con Agar. En la biblia, esta segunda mujer le es dada a este patriarca por su esposa Sarah, con el fin de esta última tener un hijo a través de Agar, su esclava. En las excavaciones de ciudades como Ur (de los caldeos), se han encontrado escritos de la época contemporánea de Abraham, donde se indica tal práctica entre los pueblos habitantes de dichos lugares antiguos.

La arqueología, sin lugar a dudas, ha sido un instrumento que ha arrojado luz en las historias y los relatos bíblicos. Hoy en día tenemos conocimiento de hallazgos arqueológicos que confirman muchas historias bíblicas. Se ha encontrado evidencias arqueológicas del periodo comprendido entre el éxodo y el establecimiento de los hijos de Israel en Canaán; de los dioses paganos de las naciones vecinas de Israel como los filisteos; del tiempo de Saúl hasta Salomón; de los asirios; de los babilonios, y por último, mencionaremos que hay evidencias arqueológicas de los tiempos de Cristo; entre otros. Todas esas evidencias son muy útiles a la hora de demostrar que las historias halladas en la biblia fueron reales. Sin embargo, aun cuando los excavadores hacen su trabajo arqueológico, esto no garantiza que sea la historia narrada en la biblia misma la que sea desenterrada. La gran mayoría de los arqueólogos son eruditos que tienen cierto interés en la biblia, pero este interés no es probarla ser la palabra de Dios, sino mas bien, ellos ven la biblia como una fuente de información que les puede guiar en los proyectos que emprendan en las regiones mencionadas en ella.

Nuestra comprensión de las doctrinas bíblicas, y como ellas se relacionan con nosotros desde la antigüedad, nunca ha sido basada en los hallazgos o descubrimientos de la arqueología. Ellos si ayudan a confirmar lo que ya sabemos y creemos, pero esos hallazgos nunca han sido la base para apoyar nuestras creencias. Algo que si ha hecho la arqueología moderna es restaurar la confianza en la biblia que muchos han perdido. Muchos solo creen lo que la ciencia diga, así que, cuando hay algún descubrimiento de este tipo, muchos se ven compelidos a creer más fácilmente en la biblia como algo más que un buen libro antiguo. De la misma manera, la arqueología ha hecho que más eruditos se interesen por lo que la biblia tiene que decir respecto a un lugar geográfico específico.

El valor de los descubrimientos arqueológicos para nosotros los cristianos es inmenso. Si bien no decimos que la arqueología prueba la biblia, bien podemos decir que la biblia ha sido confirmada en sus aseveraciones históricas en más de una ocasión mediante los hallazgos arqueológicos. En conclusión, podemos decir que la arqueología no solo confirma la historia bíblica, sino que también aporta datos adicionales que antes no teníamos. Hoy podemos conocer más amplios detalles de las culturas, lugares y escenarios de las historias que se narran en nuestro libro sagrado. También la arqueología ha sido útil para confirmar los cumplimientos de ciertas profecías bíblicas, como es el caso de Nínive, Babilonia y Tiro. Asimismo como profecías que tienen que ver con nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Podemos decir que, realmente, el conocimiento que la arqueología aporta a nosotros hoy es algo limitado. Sin embargo, este conocimiento es muy útil. Y aunque no compruebe que la biblia es la palabra de Dios, este conocimiento ayuda a muchas personas a despejar algunas de sus dudas.