Hubo un tiempo en la historia de la humanidad durante el cual reinaba la creencia de que el universo siempre había existido. Se creía que, simplemente, había estado ahí, sin más ni más, por siempre. Pero, cabe destacar que, según la ciencia moderna, el cosmos tuvo un inicio. Hubo un momento de la eternidad pasada durante el cual no existían el tiempo ni el espacio. No había materia, energía, ni átomos. Tampoco existían las estrellas, ni los planetas. En fin, no había absolutamente nada en existencia. ¿Qué tan largo o que tan breve fue ese periodo? No lo sabemos, solo Dios lo sabe. ¿Qué hacia Dios antes de traer todo a la existencia? Tampoco lo sabemos. Lo que sí sabemos es que fue Dios, en su infinita sabiduría, quien dio origen al universo, en el momento que Él entendió conveniente. No fue fruto del azar o la suerte cósmica que el universo llegó a existir, sino que, de manera deliberada, Dios lo trajo a la existencia. La biblia nos dice como Dios dio origen a todo lo que existe:
“Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.” Hebreos 11:3
La palabra griega utilizada en este pasaje, traducida al castellano como universo es -aiones- que literalmente significa -eones-. Según su etimología, ella hace referencia a las edades o periodos de tiempo indefinido (pero de miles de millones de años) que han transcurrido en el cosmos. Si fuésemos a sustituir la palabra universo por edades, leeríamos así: -Por la fe entendemos haber sidas constituidas las edades-. Es decir, el tiempo mismo, factor sumamente importante en el universo y su desarrollo, tuvo un inicio; lo que claramente deja saber que Dios no está limitado por este, sino que es Él quien lo controla, y quien determinó que las cosas se desarrollaran de la manera en que lo hacen a través de este factor esencial para toda la creación. El tiempo permite que las cosas en el universo se desenvuelvan como Dios ha definido. La existencia del universo, según la biblia, es el resultado directo a la orden de Dios. ¿Apareció el cosmos hace 13.7 billones de años como lo indica la ciencia? Eso no sabemos. La ciencia basa sus cálculos y estimaciones en la información que ellos poseen según los estudios realizados. Sin embargo hay muchas lagunas científicas que no se pueden explicar. Por lo tanto, no podemos garantizar que la cifra de 13.7 billones de años sea correcta.
El origen del mismo universo está en Dios, y esto por el poder de Su palabra. En algún momento de la eternidad Dios dijo: -Sea el universo- y fue el universo, y pudiéramos añadir: -vio Dios que el universo era bueno.- Es interesante saber que Dios, solo con Su palabra creó todas las cosas de la nada. Lo que se ve, dice el apóstol Pablo en Hebreos, fue hecho de lo que no se veía. Dios no tuvo que valerse de materia pre existente para crear lo que hoy vemos. La materia misma no existía. Solo en el pensamiento de Dios existía algo llamado universo. El sabía a qué se refería cuando llamó a la existencia al cosmos, y con solo decirlo, aparecieron las estrellas, los cometas, los planetas, agujeros negros, y plutoides. También apareció la gravedad, junto con las leyes de la física y los átomos. Aparecieron además las constelaciones, galaxias, polvo cósmico y el espacio. Todo fue creado en un instante. Y todo surgió de la forma en que Él quería que fuese. La gravedad tenia la fuerza suficientemente equilibrada. Los átomos funcionaban justamente de la manera necesaria. La materia y la energía se mantenían constantes. Los cuerpos celestes seguían sus cursos. Todo era bueno en gran manera y cumplía fielmente el propósito para el cual Dios lo trajo a la existencia. El salmista dice:
“Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca. Porque Él dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió”. Salmo 33:6, 9
Solo atreves de Su palabra Dios fue capaz de crear el universo, cosa que los seres creados como nosotros no podemos entender. Nosotros no podemos entender la grandeza del poder que tiene la palabra de Dios. El mismo apóstol Pablo en la carta a los Romanos capitulo 4 verso 17 declara que Dios…
“llama las cosas que no son como si fuesen.”
Esto es, cosas que no existen, Él las trae a la existencia con solo ordenarlo. Esto se conoce como creación ex nihilo. Este concepto es muy difícil de entender para nosotros, porque dependemos totalmente de algo para poder hacer algo más. Nuestra mente, aun utilizando la teoría del Big Bang, no es capaz de entender lo que significa un estado donde no exista absolutamente nada. Nuestro intelecto no puede apreciar la totalidad de la idea “un completo vacio” o “nada de nada”. Podemos intentar imaginarlo, pero en nuestra mente ese concepto no existe. Y lo mismo sucede cuando analizamos el hecho de que Dios existía cuando nada existía. El entendimiento humano sencillamente no capta el significado de esto. Sin embargo, la biblia declara que Dios, con Su palabra, puede traer a la existencia todo de la nada. Dios no depende de “nada” para crear algo, solo del poder de Su misma palabra.
Las leyes de la física dicen que la materia y la energía no se crean ni se destruyen, sino que solo se transforman. La materia puede transformarse en energía, la energía en materia. Por ende, nos resulta cuesta arriba comprender que toda la energía y toda la materia del universo hayan surgido de la nada. Por eso el texto de hebreos dice, claramente, que esto lo entendemos por fe. No es lógico para nuestro razonamiento, pero si por fe podemos llegar a comprender el poder de Dios, nos daremos cuenta que este es ilimitado. Dios no está sujeto a las leyes físicas que el mismo creó. Dios está por encima de la materia, la energía, el espacio y el tiempo.
Cuando Dios creó el universo, puede que haya habido cosas que no estaban, por decirlo de alguna manera, terminadas en su totalidad. Pongamos un ejemplo. Génesis 1: 2 declara: “y la tierra estaba desordenada y vacía.” La creación de la Tierra no necesariamente ocurrió al mismo tiempo que la creación del universo. Sin embargo, cuando Dios trajo a la existencia el universo, quizás la Tierra también surgió en ese momento, o quizás tiempo después, pero no como la conocemos hoy. La biblia dice que la Tierra carecía de todo orden, y que no había absolutamente nada sobre ella. Nuestro planeta no fue apto para la vida, sino hasta que Dios decidió que así fuese. No obstante, cuando Dios la trajo a la existencia, la Tierra cumplía el propósito por el cual Dios la había creado. Podemos citar un ejemplo de esto en nuestro propio sistema solar. Júpiter es un planeta inmenso, cientos de veces más grande que el nuestro, pero que carece de una superficie solida. Es un planeta gaseoso, conformado mayormente por hidrogeno y helio. Está muy alejado del Sol. No posee agua en su superficie. En fin, no es apto para la vida como la conocemos. Júpiter está desordenado y vacio. Los elementos no están en proporción adecuada para que haya vida sobre él. Sin embargo, este gigante planeta está en órbita alrededor de nuestro sol porque así Dios lo determinó. ¿Qué función cumple Júpiter en nuestro sistema solar? Este colosal planeta desvía una cantidad considerable de cuerpos celestes fugases que pudieran impactar la Tierra. De no estar donde está, nuestro planeta estaría en serios problemas.
Cuando Dios creó el universo las cosas, no necesariamente, eran como son hoy. Dios puso en marcha el cosmos, y estableció las leyes físicas para que estas lo rigieran. Si hoy en día, hay galaxias que se mezclan unas con otras, es porque Dios en su sabiduría determinó que así fuera. El hecho de que las supernovas exploten, cada cierta cantidad de millones de años, arrojando al espacio un sinfín de materiales cósmicos, es porque así tenía que ser, y esto no necesariamente representa la muerte de una estrella, como afirman los científicos. La palabra de Dios tiene poder en sí misma para dar continuidad a lo que la misma palabra de Dios ha declarado. Dios no tiene que estar presente (por decirlo de algún modo) para que las cosas ocurran. Sino que Su misma palabra ejecuta Su orden, y le da continuidad a lo ordenado. Pongamos otro ejemplo. Génesis capítulo 1 nos dice que Dios ordenó que la tierra produjera hierba verde que dé semilla, según su naturaleza, según su género. Dios ordenó que los frutos aparecieran, pero también ordenó la continuidad de estos sobre la tierra a través de las semillas que contenían. Dios no tenia que crear nuevas plantas repetidas veces, sino que Su palabra fue capaz de crear algo que, en sí mismo, es capaz de permanecer en el tiempo. Igual pudiera ser el caso de las supernovas. Los materiales y elementos, además de la inmensa cantidad de energía que estas arrojan al espacio, pudieran ser una clase de “semilla cósmica”. Los hombres de ciencia afirman que la explosión de estas estrellas enriquece el espacio que las rodea con elementos pesados, los que eventualmente componen nubes de polvo y gas. Esto con el tiempo origina nuevos sistemas estelares. Es decir, el universo puede tener continuidad en sí mismo.
La vasta creación de Dios ha sido diseñada de tal forma que, hasta cierto punto, puede recrearse a sí misma. Esto es por el incontenible poder de la palabra de Dios. La biblia dice que la palabra de Dios permanece para siempre. El apóstol Pablo escribiéndole a Tito, dijo lo siguiente: “…Dios no miente…” La versión en inglés King James traduce ese mismo pasaje con la frase “…God that cannot lie…” lo que indica que Dios no miente porque escoge no hacerlo, sino porque no puede. Dios no tiene la habilidad de mentir, esto está fuera de su naturaleza. Todo lo que Dios dice, sencillamente, es verdad. Juan 17:17. Lo que Dios dice, acontece porque la palabra de Dios tiene poder en sí misma para hacer lo que Dios ordena. A través del profeta Dios declara:
“así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” Isaías 55:11.
Por fe hoy podemos entender que todas las cosas que ocurren en el universo en el tiempo presente, y que han ocurrido hasta este momento, han acontecido por el expreso mandato de Dios. Su palabra es capaz no solo de crear el cosmos sino también de sustentarlo.