Alguien me hizo la pregunta: ¿Podemos los cristianos ir al cine? Para dar respuesta a esta interrogante, en primer lugar quiero comentarte mi experiencia personal. He ido al cine en varias ocasiones. Recuerdo que la primera vez que fui a una sala de cine tenía unos diez años aproximadamente. En aquellos tiempos estaba muy de moda el programa El Chavo del Ocho, y el elenco de este programa participó en una película llamada El Chanfle. Mi papá quien era fan del programa, me llevó a ver la película. El recuerdo vago que tengo de aquella pelicula es que Chespirito iba bajando una pendiente en un cochecito de bebé y se accidentó. De hecho, la pelicula termina cuando él vuelve a accidentarse de la misma manera, pero esta vez en una silla de ruedas. La segunda vez que fui al cine lo hice en Puerto Rico, hace unos 10 años con unas primas mías. En esa occasión vimos una película titulada Kingdom of Fire o Reinado de Fuego. La trama tenía que ver con dragones que salieron de una mina en Londres, y comenzaron a destruir todo el mundo. En la pelicula un grupo de seres humanos trataban de sobrevivir en las afueras de esta ciudad, hasta que aparecieron los militares americanos y salvaron al mundo como siempre.
Ahora bien, la última vez que fui al cine hace como cinco años, y vi una película titulada The Wolf of Wall Street, o El Lobo de Wall Street. El protagonista era Leonardo Dicaprio. Cuando me dijeron de qué trataba, pensé que sería una película interesante, puesto que tenía que ver con la bolsa de valores, las inversiones en los mercados de capitales y cosas por el estilo. Pero que chasco fue ver aquella película. Esta estaba llena de muchas mujeres desnudas, mucha fornicación, mucha droga y alcohol, y muchas maldiciones. Cuando salí del cine, salí con mucha vergüenza de haber estado allí viendo ese filme por dos horas.
Muchos cristianos se preguntan lo que me preguntaron a mi, ¿Que tiene de malo ir al cine? La misma pregunta le hacía yo a mi mamá cuando era pequeño. La respuesta que recibía era que ese no era un lugar para los cristianos. Y esto, porque en mi natal Rep. Dominicana había un cine, en el cual presentaban películas «calientes» o pornográficas. También en las salas de cine, en los tiempos de antes, las parejas solían ir a hacer «frescuras», aprovechando la oscuridad del lugar. Sin embargo, siendo realistas, hoy las cosas han cambiado mucho, y la sala de cine, como tal, no tiene nada de malo. Es solo un lugar más con muchas butacas y una inmensa pantalla. Es un lugar de reunión, así como lo es un templo cristiano; es un edificio compuesto por cuatro paredes y un techo. La edificación de un templo no tiene nada de sagrada en sí misma. Lo que la hace sagrada es lo que se lleva a cabo en dicho lugar. El templo es sagrado y santo porque hacemos actividades sagradas y santas para Dios dentro de él. De la misma manera, el lugar físico llamado cine, como tal, no tiene nada de malo. Lo que lo convierte en un lugar no adecuado para los cristianos es lo que se presenta allí.
Hay, quizás, ciertas películas que sí pudiéramos ir a ver en el cine algún día. En este tiempo actual, de vez en vez hacen alguna película de corte cristiano, como lo fueron: A Prueba de Fuego, Cuarto de Guerra, y El Reto de los Valientes. Cada una de esas películas tiene un poderoso mensaje cristiano. La primera tiene que ver con vencer los problemas que se presentan en el matrimonio. La segunda con el poder que podemos hallar en la oración, y la tercera enseña una gran verdad acerca de la crianza de los hijos. Además, de vez en cuando, en el cine también se presentan películas de corte histórico, así como también documentales que refuerzan nuestras creencias cristianas. Entre estos puedo nombrar la película Hacksaw Ridge. Esta trata de lo sucedido al joven adventista Desmond Doss, quien fue a la segunda guerra mundial, pero se rehusó a portar armas de fuego por ser cristiano. Desmond fue ridiculizado y maltratado por sus convicciones durante su entrenamiento en el ejercito. Sin embargo, fue él quien salvó la vida de, por lo menos, 75 soldados americanos.
No obstante, la realidad es que la gran mayoría de las películas que hoy se exhiben en las salas de cine no son adecuadas para nosotros como cristianos. Lo mismo puede suceder con las películas que vemos por la televisión, o las películas que vemos a través de la internet. Así que una pregunta más importante que la pregunta inicial sería: ¿Qué estamos viendo? Esto, porque importa más lo que vemos en sí, que el lugar donde lo vemos. Hoy en día, todos tenemos acceso a todo tipo de contenido en nuestros celulares. No tenemos que ir al cine a una hora determinada para ver una película. Con plataformas como Youtube, Vimeo, entre otras, todos tenemos a nuestro alcance millones de películas y series para escoger. El asunto está en que la inmensa mayoría de contenido audiovisual actual está cargado de sexo, violencia, lenguaje obsceno y vulgar, y muchas otras cosas nocivas para nuestra salud espiritual. Y todo eso nos afecta. Hay estudios que demuestran que nuestra conducta se ve afectada por lo que vemos. No importa donde lo veamos, lo que veamos nos afectará de una manera u otra, creamoslo o no. Es por esto que a la hora de decidir ir al cine o no, a la hora de ver películas en la televisión, el celular o la tableta, debemos aplicar ciertos principios bíblicos que nos ayudarán a tomar las decisiones correctas sobre qué podemos ver como cristianos. El apóstol Pablo, en la primera carta a los Corintios, capítulo 10, versículo 23 escribió lo siguiente:
«Todo me es lícito. Pero no todo conviene. Todo me es lícito pero no todo edifica.»
Es decir, ¿Podemos los cristianos ir al cine? Podemos, pero quizás no sea conveniente. De qué podemos, podemos. Dios no nos impedirá entrar en un cine. Sin embargo, si decidimos ir, lo más probable es que no salgamos de allí edificados. Otro principio bíblico lo encontramos en el mismo libro. 1 Corintios 10:31.
«Sí pues coméis o bebéis o hacéis otra cosa. Hacedlo todo para la gloria de Dios.»
Si iremos al cine, o veremos películas por televisión, o mediante Youtube, asegurémonos que lo que estamos viendo pueda dar gloria a Dios. También el apóstol Pablo escribió:
«Por lo demás hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.» Filipenses 4:8
Es decir, que el asunto principal no es solo lo que podamos ver sentados en una butaca en el cine, sino también lo que veamos desde la comodidad de nuestro hogar. Tenemos que asegurarnos de que lo que veamos sea puro, honesto, verdadero, y justo. Alguien pudiera preguntar, ¿Existen películas con esas características? La respuesta es sí. Son pocas, pero las hay. Las películas cristianas que mencioné antes son buenos ejemplos. Hay que escogerlas, rebuscarlas, pero sí las hay. De hecho, tambien hay plataformas cristianas que están ofreciendo muy buen contenido. Entre ellas tenemos a El Tubo Adventista y Pureflix. ¿Por qué es tan importante escoger lo que vemos? Porque lo que veamos ocupará nuestra mente, y nos afectará. El salmista David, en el salmo 101, verso 3 escribió lo siguiente:
«No pondré delante de mis ojos cosa injusta. Aborrezco la obra de los que se desvían. Ninguno de ellos se acercará a mí.»
Este es un principio que haríamos bien en seguir. Lamentablemente, muchas veces, nos encontramos las peliculas cristianas y los programas de corte espiritual aburridos, y esto porque estamos demasiado acostumbrados a ver contenido injusto. Estamos muy acostumbrados al entretenimiento mundano de hoy en día. Nos hemos desensibilizado. Tiempo atrás, ver escenas de sexo en la pantalla era sensurado, ya no. Ver senos desnudos era algo «caliente», hoy en día eso es lo mas normal. Todo eso, actualmente, pasa sin filtro. Y nosotros estamos, vuelvo y repito, desensibilizados, además de desmoralizados. Los valores morales de la sociedad se han ido al garete por lo que se transmite a traves de las pantallas.
Como cristianos que nos ha tocado vivir en esta época postmoderna, debemos asegurarnos de regir toda nuestra vida por la voluntad de Dios. Y esta norma también incluye lo que vemos, en el cine o en la casa. La pregunta verdaderamente importante en todo este asunto es ¿Qué estamos viendo?, más que donde lo estamos viendo. Como seguidores de Cristo, seamos cuidadosos al escorger consumir contenido audiovisual. No todo lo que está disponible allá afuera es apto para que lo contemplemos. Pidamos sabiduría a Dios, y sigamos Sus principios que podemos hallar escritos en Su palabra. De esta manera, evitaremos continuar siendo desmoralizados y desensibilizados. Así, las cosas eternas tendrán nuestro mayor interés.