El huracán Irma se encuentra, todavía al día de hoy, bastante lejos de la península de la Florida. Sin embargo, desde el lunes pasado he estado sintiendo sus efectos aquí en la ciudad de Miami. Las filas en los supermercados para comprar suministros son largas. La escasez de agua se hace sentir en toda la ciudad. La gente ha comprado toda el agua posible. La recomendación hecha, a través de los medios de comunicación, es que los hogares compren un galón de agua por persona por día, para durar por lo menos catorce días. Por eso, el agua purificada no dura mucho tiempo en los estantes de los supermercados. Las personas se han visto en la necesidad de comunicarse entre sí, mediante las redes sociales, diciéndose donde ha llegado agua. Pero el agua que llega se acaba rápido. No solo el agua escasea, algunos otros alimentos de primera necesidad también brillan por su ausencia. Lo mismo pasa con la gasolina. Las estaciones de combustibles no dan abasto para la demanda de gasolina por parte de la población. Muchas estaciones están cerradas desde el martes. Las estaciones que sí tienen combustibles, tienen largas filas de vehículos, en varias direcciones, que dan la vuelta a varias cuadras, causando así embotellamientos en el fluido del tráfico. La gente no solo llena el tanque de su vehículo, sino que también trae consigo recipientes con capacidad para muchos galones adicionales. El descontento y la frustración se hacen sentir en los rostros de las personas que hacen filas a toda hora del día y la noche.
El gobernador del estado ha dicho que no hay escases de gasolina, sino que los camiones que abastecen el combustible, al sur de la Florida, se toman su tiempo para recorrer todo el estado hacia el norte, llenarse allá arriba, y luego volver al sur del estado para distribuir los diferentes hidrocarburos en las estaciones. Esta alta demanda de gasolina, obviamente, hace que el precio de dicho combustible se dispare proporcionalmente. Y ya de por sí la gasolina estaba cara en Miami. No hace un mes que el huracán Harvey afectó el estado de Texas. Todavía hay partes de esa ciudad que están bajo el agua por las inundaciones. Las refinerías de petróleo que se encuentran en dicho estado han cesado sus operaciones, encareciendo la gasolina significativamente. Aquí en Florida, la semana pasada la gasolina pasó $2.25 a $2.57. Anoche estaba en $2.98, y esto en las estaciones que tienen el precio más económico, en los barrios con fuerte presencia hispana. En lugares como Miami Beach, el Downtown y cerca del aeropuerto Int`l de Miami, la gasolina supera los $3.00.
A menudo, los huracanes hacen que el fluido eléctrico se vea interrumpido. En un país donde los apagones no son comunes, cuando la gente se ve sin luz se desespera. No se puede cocinar porque las hornillas de la estufa son eléctricas. Así que la gente anda en busca de pequeñas hornillas que utilicen gas propano. De la misma manera, todo el mundo se ha abastecido de pequeños tanquecitos de gas, y todo el mundo anda en busca de este preciado combustible en temporada ciclónica. Las filas para conseguirlo son largas. Otra cosa que pasa cuando no hay corriente eléctrica es que no hay agua caliente para bañarse. Aunque los hispanos venimos de países donde el agua caliente, en la ducha, no es la norma, al llegar aquí nos adaptamos tanto, que luego pensamos que es una tortura bañarse con agua fría. También, si no hay luz, no se pueden cargar los teléfonos celulares, y eso sí supone un ataque de nervios para muchas personas. Todo eso ha hecho que los generadores de energía o plantas eléctricas se hayan agotado en las tiendas.
En preparación para el posible impacto de Irma, desde ayer se podía ver a muchas personas colocando tablas en las ventanas de sus casas, de manera que los fuertes vientos no las destruyan, y sufran daños significativos dentro de sus viviendas. Sacos de arena también son colocados en las entradas de las puertas. Las clases en las escuelas están suspendidas hasta nuevo aviso. En cuanto a las evacuaciones, todas las pequeñas islas al sur de la Florida han sido ordenadas a evacuar. Desde Cayo Hueso (Key West), lo más al sur de los Estados Unidos, hasta las inmediaciones de Homestead, ya en tierra firme, se ha dado orden de evacuar. Sin embargo, estas evacuaciones son voluntarias, y muchos han optado por permanecer en sus casas, en los cayos. Asimismo se ha ordenado la evacuación de todas las personas que viven en tráilers o casas estilo contenedores.
En fin, Miami tiene prácticamente una semana preparándose para la venida de este poderoso huracán que se considera el más fuerte de los últimos años. Ya ha afectado varias islas del Caribe como huracán categoría 5, la más peligrosa. Algunas islas de las Antillas Menores han sufrido estragos. Pequeñas islas como las islas vírgenes han sido afectadas de frente. En lo que tiene que ver con las Antillas Mayores, mientras escribo, este fenómeno está al norte de la Rep. Dominicana, mí querido país natal. En la costa norte, según veo imágenes, hay fuertes vientos y oleadas. En la costa sur, específicamente en Santo Domingo, mis hermanas me comentan que solo han visto una leve llovizna. Previamente, Puerto Rico sufrió los embates fuertes del huracán, y solo hasta ahora se está apreciando el daño causado. Según los modelos, la siguiente isla en la trayectoria de Irma es Cuba.
A todo esto, viene a mi mente un pasaje bíblico hallado en el libro de los Salmos. Allí el salmista Asaf dice:
“Vendrá nuestro Dios, y no callará; fuego consumirá delante de Él, y tempestad poderosa le rodeará.”
En varios libros proféticos de la biblia se describe el día cuando Cristo regrese a la tierra como un día de tempestad. Un día donde todo lo habido sobre este mundo será removido. Un día, cuando todos los habitantes del planeta tendrán que hacerle frente a la última gran catástrofe natural que este mundo verá. Ese día, el tan mencionado fin del mundo llegará, estemos preparados o no. A veces, los ciclones se desvían de sus trayectorias a último minuto. Eso pasó aquí en Miami el año pasado con Matthew. Todo el mundo se preparó para lo peor. Sin embargo, el ciclón cambió su curso, y no pasó nada. Pero no será así cuando venga la tormenta en el día de Jehová. El día que Dios decida poner fin a la maldad de este mundo, no habrá desviación en la trayectoria de la tormenta que vendrá. No habrá sitio seguro en el cual estar, sino que las casas móviles serán tan inseguras como los rascacielos más altos. Todo será destruido en esa última gran tempestad que se avecina a este mundo. La única seguridad que podremos tener, es haber entregado nuestras vidas a Dios completamente. El único refugio seguro será haber aceptado a Cristo en nuestros corazones, y haber estado andando en Su voluntad. Es por esto que el tiempo para prepararnos para dicho acontecimiento es hoy.
Hollywood nos ha mostrado en varias películas la destrucción del mundo. Estas películas apocalípticas se quedan cortas en lo que tiene que ver con el fin del planeta. La biblia describe que todo será destruido, no habrá escapatoria como en esos filmes, donde los protagonistas logran sobrevivir. En la tempestad de Dios, no habrá quien se salve, excepto aquellos que le hayan entregado sus vidas. Y esa gran tormenta no será como Irma o cualquier otro huracán, que los meteorólogos nos dicen el tiempo aproximado cuando vendrá, sino que será de manera repentina, cuando el mundo no lo esté esperando. Así que no hay mejor momento para preparase que ahora. ¿Cómo hacerlo? Busquemos de Dios a través de Su palabra. Hablemos con Él mediante la oración. Entreguémosle nuestra vida asistiendo a Su iglesia. Es mi deseo, que así como te preparas para recibir a Irma, lo hagas también para recibir a Cristo cuando regrese.