Sin temor a equivocarme me atrevo a decir que las redes sociales son el pan nuestro de cada día de muchas personas alrededor del mundo. Tan pronto despiertan en la mañana agarran su móvil y comienzan a postear cosas de su día a día, y a ver y comentar las cosas que otras personas postearon. Hasta cierto punto se puede afirmar que este fenómeno se ha vuelto, inclusive, adictivo. Un estudio revela que por lo menos hay ocho nuevos trastornos que se relacionan con las redes sociales y la internet.
1.- El síndrome de la llamada imaginaria. Hasta el 70% de los usuarios de dispositivos móviles han sufrido alguna vez la alucinación de que su celular había sonado o vibrado sin que en realidad lo hubiera hecho.
2.- Nomofobia es la angustia causada por no tener acceso al celular, y puede variar desde una ligera sensación de incomodidad hasta un ataque grave de ansiedad.
3.- Cibermareo es lo que sienten los usuarios de aparatos de realidad virtual.
4.- Depresión Facebook. Algunas personas se deprimen porque tienen muchos contactos en las redes sociales, otros por la falta de ellos.
5.- Dependencia de Internet.
6.- Dependencia de videojuegos en línea.
7.- Cibercondria. Los que lo sufren se convencen de que padecen alguna o varias enfermedades de cuya existencia se han enterado en Internet.
8.- Efecto Google. Es cuando nuestro cerebro se niega a recordar información como consecuencia de la posibilidad de acceder a ella en cualquier momento.
Ademas de estos padecimientos, lo que la mayoría de las personas no saben o entienden es que las redes sociales tienen un lado oscuro que muy pocas veces sale a la luz.
El ex analista de la Agencia Nacional de Seguridad de los EE.UU. Edward Snowden reveló como esta agencia de inteligencia tiene acceso a toda la información que los usuarios cuelgan en sus muros, y también a todo lo que envían por sus emails. Los sistemas de Hotmail, Google, Skype, Yahoo, Facebook, Twitter, WhatsApp, etc; son un blanco fácil para los analistas. En un artículo publicado el 7 de julio del 2014, por EFE citando al Washington Post, se afirma que 9 de cada 10 personas que fueron espiadas por la agencia estadounidense eran personas comunes y corrientes, nada que ver con terroristas, ni narcotraficantes, ni insurgentes, sino simples ciudadanos americanos y de otras nacionalidades. Toda su información personal está lista para el escrutinio del gobierno.
Aunque es cierto que se han descubierto verdaderas amenazas, según el artículo, la mayor parte de la información obtenida de este espionaje a los ciudadanos comunes resulta “inútil” a los analistas. Como por ejemplo, ellos interceptaron cartas de amor, citas para tener sexo, mensajes sobre problemas económicos, conversaciones políticas y religiosas, fotografías, entre otras cosas.
Por otra parte, además de que nuestra información está a la vista solo del gobierno de los EE.UU. (por el momento), también es bueno saber que las redes sociales tienen el derecho de todo cuanto ponemos en sus servidores. Ellos pueden utilizar esa información como les plazca, así lo dicen los contratos que no leemos, pero que aceptamos cuando creamos un perfil. Esto lo pone de evidencia el hecho de que Facebook hizo un experimento con sus usuarios sin que ellos le dieran permiso.
Ante todo esto ¿Que podemos nosotros pensar como cristianos? O creo que mejor deberíamos preguntarnos ¿Qué dicen mis redes sociales de mi? ¿Lo que se encuentra en mis perfiles es coherente con mi profesión de fe? De no ser así, debemos analizar nuestras vidas. Una pregunta más importante ¿Pueden mis redes sociales pasar el escrutinio de Dios?