En la post modernidad cristiana al hablar sobre adoración se entiende que esta debe ser hecha en todas las formas posibles. Hoy en día los musicales, las pantomimas, los dramas, los payasos y cosas similares son considerados como ministerios de adoración dentro de nuestras iglesias. Muchas veces estos “ministerios” se llevan a cabo con el único propósito de que la juventud cristiana se identifique con la iglesia a la que pertenece y así permanezca en ella. Algunos dicen que la adoración a Dios de parte de la juventud debe ser entretenida y amena. A veces las personas adultas se abstienen de ir a ciertos cultos jóvenes porque se sienten incomodas por su estilo. Quizás sienten que ya están viejos y no comprenden la forma de adorar de sus hijos por eso no dicen nada al respecto. Además del hecho que los tiempos cambian y, bueno, con tal que los muchachos sigan en la iglesia cualquier cosa es válida. Con esto en mente, veamos entonces dos tipos de adoración modernos que han calado profundo en el cristianismo actual.
La Pantomima es el arte de utilizar el movimiento del cuerpo y las expresiones faciales para transmitir un mensaje sin utilizar palabras. Esta viene de la antigua Grecia donde a través de las mímicas se combinaban la tragedia y la comedia, usualmente acompañada de música y baile. En la cultura greco-romana se utilizaba la pantomima para relatar historias sobre sus dioses que eran en esencia de contenido sexual. Hombres gays y mujeres bisexuales se pintaban la cara para ocultar sus identidades mientras ellos participaban en presentaciones sexuales en el escenario. Cuando el imperio romano cayó, la iglesia de Roma prohibió el uso de la pantomima y clausuró los teatros. Algunos dicen que la pantomima actual tiene su origen en Inglaterra que a su vez la heredó de Italia. Sin embargo, hoy día cada vez mas iglesias están sumando la pantomima a sus “ministerios” sosteniendo que estas expresiones corporales sirven para ganar almas para Cristo. Is that right? (¿Será eso cierto?).
En primer lugar los mimos al igual que los payasos resultan ser tenebrosos para algunos niños. El solo hecho de un personaje de estos acercarse a un infante puede dar como resultado un tremendo ataque de pánico. Usualmente los adultos no necesitan este tipo de entretenimiento para mantener su atención concentrada en la iglesia. ¿Y los jóvenes? Quizás a ellos les sea más llamativa la presentación de mimos en la iglesia, pero a decir verdad esta no es una práctica bíblica. En ningún lugar de Las Escrituras encontramos a los apóstoles enseñando en teatros a través de mimos. Pablo en una ocasión fue llevado al areópago y allí presentó con poder la palabra de Dios de una manera elocuente, no con ademanes y señas. El mismo apóstol Pablo escribió a la iglesia de Corinto:
“…pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida.” 1 Corintios 14:19
Hoy se entiende que la mímica de los mimos es un lenguaje, pero a decir verdad no lo es. El lenguaje de señas para sordos sí. Las personas con incapacidad auditiva pueden recibir un mensaje concreto a través del uso de señales específicas para cosas específicas y letras particulares. Lo mismo sucede con el braille para las personas con discapacidad visual. Ellos al deslizar sus dedos sobre los pequeños puntos entienden claramente y a cabalidad el mensaje transmitido. En ambos casos tanto ciegos como sordos deben aprender dicho lenguaje. En las iglesias no se enseña el lenguaje de mímica de los mimos, por lo tanto sería mejor seguir el consejo dado más arriba por el apóstol Pablo. Es de mucho más valor presentar una pequeña reflexión en la que los jóvenes puedan meditar, que hacer gestos, a veces sin sentido, con el fin de “tratar” que se entienda el mensaje que se quiere transmitir. El origen de la pantomima es un origen pagano, bien hiciéramos en no mezclar lo santo con lo profano. La biblia dice:
“Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová.” Levítico 10:1, 2.
El fuego que ellos tomaron era fuego común y corriente, no tenía nada de malo en sí mismo, pero ese fuego no era el que Dios había prescrito. En Éxodo 30:1-10 y Levítico 16:12 y 13 se nos dice que el fuego que tenían que utilizar los levitas era aquel que estaba dentro de los atrios del templo sobre el altar del holocausto. ¿De dónde trajeron ellos ese otro fuego? No sabemos, pero si sabemos que aun cuando el fuego que ellos trajeron era igual al que estaba en el altar, Dios no vio con agrado su adoración y los consumió al instante. Ya Dios no utiliza ese tipo de métodos hoy para ejercer su justicia, gracias a su misericordia para con nosotros, pero nos conviene dejar fuera de los atrios del templo todo aquello que no pertenezca ahí dentro.
Por otra parte, los dramas teatrales en la iglesia al igual que los musicales también son promovidos como ministerios dirigidos a los jóvenes. En más de una ocasión se ha escuchado decir: -¿Viste como lloraba la gente al final del drama?- Es bueno aclarar lo siguiente: El hecho que la gente llore al final de un programa donde varias personas escenificaron una historia con una música conmovedora de fondo, no es equivalente al toque del Espíritu de Dios. Las personas también lloran cuando ven sus películas favoritas en el cine. Cuando Leonardo Di Caprio en su personaje de Jack Dawson se hundía congelado en las aguas heladas del mar, luego del naufragio del Titanic en la película, media sala de cine también estaba llorando. Hoy día, años después del estreno de aquella película, todavía hay personas que la ven y vuelven a llorar. ¿Por qué? Sencillamente porque la música que acompaña la película toca los sentimientos de los espectadores. Lo mismo sucede con los dramas elaborados de esta manera en la iglesia. Cuando las actuaciones de los jóvenes están acompañadas de una música de fondo que toque lo sensible del ser, no es raro que la gente también llore, pero no por esto eso es un ministerio. Los ministerios tienen como propósito ministrar a las personas para que hagan cambios en sus vidas.
En la adoración, las personas deben salir del templo con la convicción de que tienen que poner sus vidas en armonía con Dios porque escucharon o presenciaron algo que les llegó a lo más profundo de su entendimiento o corazón, como diría la biblia, y no algo que solo movió sus sentimientos creando una emoción pasajera que pronto pasa como las de las películas. También a veces al final de estos dramas espectaculares presentados en las iglesias cristianas de hoy, el aplauso extenso y final solo sirve para darle gloria a los que participaron en él. Y los comentarios sobre que tan bien hicieron tal o cual escena no se hacen esperar, al igual que las congratulaciones para el organizador del programa. La palabra de Dios dice que todo cuanto hagamos debe ser hecho para la gloria de Dios, 1 Corintios 10:31. Si hemos de presentar un drama en nuestra iglesia, debemos asegurarnos que este no fije la vista de los presentes en nosotros y nuestro desempeño como actores, sino que lo que vean sea una breve ilustración de algún tópico que se pueda desarrollar luego del sketch. Que lo que se haga sea preparar la mente para un tema espiritual que haga que los asistentes mediten en la palabra de Dios y como esta se aplica a sus vidas. Que la gente no salga de la iglesia alabando a los actores, sino alabando a Dios por el mensaje que les ha dado en la ocasión.
Es muy válida y oportuna la preocupación que tienen muchos de retener a la juventud en los caminos de Dios, pero entrar el mundo en la iglesia para cumplir ese objetivo, como que no es buen negocio. Es un engaño de Satanás para hacernos pensar que estamos bien dentro de la iglesia, aun cuando estamos haciendo cosas del mundo que no pertenecen dentro de ella. En la biblia encontramos la historia de Jeroboam como amonestación para no caer en este pecado. El pueblo de Israel se dividió en dos partes luego de la muerte de Salomón. Jerusalén y la tribu de Judá siguió al hijo del fallecido rey, Roboam, pero la mayoría del pueblo se fue con Jeroboam y lo hicieron rey sobre todo el resto de Israel. Aun cuando el pueblo se dividió en dos, la adoración siguió siendo como había sido la costumbre hasta ese momento. Todos subían adorar en el templo de Jerusalén donde reinaba Roboam. Jeroboam temiendo que el pueblo se volviera al hijo de Salomón, decidió instituir una adoración similar a la que se llevaba a cabo en Jerusalén. Leamos.
“Y dijo Jeroboam en su corazón: Ahora se volverá el reino a la casa de David, si este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová en Jerusalén; porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá, y me matarán a mí, y se volverán a Roboam rey de Judá. Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto. Y puso uno en Bet-el, y el otro en Dan. Y esto fue causa de pecado; porque el pueblo iba a adorar delante de uno hasta Dan. Hizo también casas sobre los lugares altos, e hizo sacerdotes de entre el pueblo, que no eran de los hijos de Leví. Entonces instituyó Jeroboam fiesta solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme a la fiesta solemne que se celebraba en Judá; y sacrificó sobre un altar. Así hizo en Bet-el, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho. Ordenó también en Bet-el sacerdotes para los lugares altos que él había fabricado. Sacrificó, pues, sobre el altar que él había hecho en Bet-el, a los quince días del mes octavo, el mes que él había inventado de su propio corazón; e hizo fiesta a los hijos de Israel, y subió al altar para quemar incienso.” 1 Reyes 12:26-33.
Notemos que la intensión del rey era que la gente no se fuera porque él quería preservar su reino primordialmente, y para esto el cambió el lugar de adoración. También organizó un “worship team” o grupo de adoración e inclusive organizó una asamblea similar a la asamblea que había en Jerusalén. Todo lo que el instituyó era similar y muy parecido a todo lo que se hacía en Jerusalén. En esencia era el mismo culto, sin embargo no era lo que Dios había mandado. Cuando queremos retener a la juventud dentro de la iglesia a base de cambiarle el método de adoración establecido por Dios, corremos el riesgo de cometer el mismo pecado de Jeroboam. Bíblicamente hablando, solo hay una forma de adoración que Dios acepta, y esta es la adoración hecha en espíritu y en verdad. Juan 4:24. ¿Qué significa adorar en espíritu y verdad? Jesús dijo:
”Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.” Juan 4:23
Notemos dos puntos importantes de las palabras del gran maestro. Primero hace mención de verdaderos adoradores, lo que implica que hay falsos adoradores. Y segundo vemos que Dios busca la adoración de los primeros, es decir, la verdadera adoración. Entonces ¿Cómo podemos ser verdaderos adoradores y que Dios vea con agrado nuestra adoración? El profeta Miqueas nos dice lo siguiente sobre nuestra adoración hecha en el espíritu:
“¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.” Miqueas 6:6-8.
Las preguntas hechas por el profeta denotaban una falta de comprensión de parte del pueblo acerca de la naturaleza de Dios y sus requerimientos a la hora de presentarse en Su presencia. Estas tenían como propósito ilustrar varias verdades. 1. Venir delante de Jehová con lo que Él había pedido, pero sin la actitud correspondiente no sería aceptable en Su presencia. 2. Dios no se impresiona por la cantidad de cosas que ofrezcamos. Y 3. Hacer cosas contrarias a lo que Dios ha dicho, aunque sea nuestro mayor sacrificio, tampoco es de agrado a Dios. La respuesta a estas preguntas es sencilla y ha sido declarara por el mismo Dios. Hacer justicia significa ordenar la vida de acuerdo a los juicios o preceptos de Dios. Amar misericordia no es más que ser benevolentes y pacientes con nuestros semejantes. Y el humillarnos ante nuestro Dios denota circunspección, andar cuidadosamente, es decir poner nuestras vidas en armonía con la voluntad Divina. En el Nuevo Testamento leemos lo siguiente sobre la verdad:
“Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.” Juan 17:17
“…y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” Efesios 4:24
La verdad tiene una característica, esta es cambiar la vida de los creyentes. Hacer que los creyentes se acerquen más a Dios, Juan 14:6, y que le permitan a El hacer los cambios necesarios en su diario vivir. La verdad santifica a aquellos que la aceptan, es decir los ayuda a darse cuenta que deben apartase para un uso santo, exclusivo de Dios.
Podemos decir entonces que la verdadera adoración que agrada a Dios comienza con la vida misma del adorador. Este debe andar como Dios pide. Su vida debe estar en armonía con los preceptos Divinos. Luego la adoración debe ser hecha de una forma que vengamos delante de Él con la actitud adecuada, con la ofrenda adecuada, ordenándola en base a Sus preceptos y que esta conlleve una influencia santificadora que transforme nuestras vidas y las vidas de los espectadores. No es el propósito de la verdadera adoración avasallar a Dios o impresionarlo con nuestra ofrenda, sino que debemos venir con reverencia y contrición de espíritu reconociendo Su grandeza y su misericordia para con nosotros. No es el propósito de la verdadera adoración conmover los sentimientos de los adoradores y hacerlos llorar por lo que se presente. Cualquier adoración que carezca de esto, terminaría siendo una falsa adoración. Cualquier cosa que hagamos para adorar a Dios que no cumpla con estas condiciones, no importa con cuanta sinceridad la hagamos y cuanto empeño le pongamos, no será acepta delante de Dios. La biblia nos dice que tanto Caín como Abel trajeron sus ofrendas, pero solo la ofrenda de Abel fue vista con agrado. Procuremos pues que nuestros ministerios de adoración a Dios en esta era de post moderna sea acepta ante el trono del Dios todopoderoso del universo.