Amigo oyente hoy quiero compartir contigo una historia; y mi intención es que aprendamos una lección muy importante de ella. En el 2001 Dios nos dio el privilegio de viajar a una pequeña isla en el continente Oceánico. Visitamos Nukua`lofa, capital de un grupo de islas llamado Tonga, a unas 3 o 4 horas de Australia. En estas diminutas islas hallamos a gente muy amable que nos trataron muy bien. Después de compartir con ellos por espacio de un mes nos dimos cuanta porque las islas del Pacifico Sur son tan amenas. Fue difícil tener que decir adiós cuando nos disponíamos a regresar a este lado del mundo. Allá en Tonga tuvimos una experiencia muy particular, pero esa vivencia te la contare en otra ocasión. Hoy quiero hablarte sobre otra isla más interesante todavía. Allá en las remotas aguas del Océano Pacifico se encuentra una isla que el tiempo olvido. Para conocer la historia de esta pequeñísima isla es necesario que viajemos al pasado un poco más de 200 años. Esta historia nos describe una de las aventuras más fascinantes de todos los tiempos. La isla a la cual nos referimos esta en el medio de la nada. La ubicación exacta es latitud 23`5`S y longitud 130`5`O. Eso no te dice mucho, pero ahí, en ese lugar tan distante se halla un verde paraíso conocido como la isla Pitcairn. Mas o menos 3 kms ½ de largo y 1 ½ km de ancho. Lo llamativo sobre esta pequeña isla, a parte de su clima y su ubicación es como entro en la historia. En este pequeño pedacito de tierra encontramos uno de los relatos más asombrosas en los almanaques de navegación del mundo. Hemos resumido y traducido el relato que leímos en un pequeño libro titulado “Beyond Pitcairn” o Pitcairn y Mas Allá. Antes de relatar la historia, te invito a que tengamos una breve oración: Nuestro Dios, te pedimos que nos ayudes a comprender la importancia de tu palabra. En el nombre de Jesús, amen!
Nuestra historia comienza el 2 de julio del 1767, cuando uno de los marineros de un navío británico que navegaba en el Pacifico Sur, trepo a uno de los postes del barco y grito: Tierra! El había divisado una isla que hasta ese momento no se había descubierto. Philip Carteret, el capitán, quien era un explorador británico que se encontraba justo a mitad de un viaje alrededor del mundo, con mucho cuidado reviso minuciosamente todos sus diagramas de navegación, y al no encontrar la isla en los mapas, registro su longitud y latitud y la llamo en honor del marinero que la había divisado primero. El escribió el nombre: “Pitcairn”, y en su registro de navegación el especifico que esta isla se encontraba mas o menos a unos 7000 kms al oeste de Chile en la costa oeste de la parte sur del continente Sudamericano. “Parecía como si una gran roca se levantara desde el centro del mar”, escribió, y también añadió: “Tiene como 10 kms. alrededor, aparentemente inhabitada, con árboles, y con una corriente de agua que se puede apreciar en una de sus colinas. Las terribles olas que golpean sus arrecifes hacen que intentar desembarcar en esta isla sea imposible.
Después de haberla examinado desde la nave, yo la nombre Isla Pitcairn, en honor de uno mis marineros, y continué navegando.” Lo que el capitán Philip Carteret escribió en su Pitágoras, aunque simple, decía mucho. La isla estaba desabitada, pero tenía tierra fértil y agua. Si el no lo hubiera mencionado, muy probablemente yo no estuviera contándote esta historia. Continuemos con el relato. Corría el ano 1777, y el gobierno británico planeaba enviar una expedición al Sur del Océano Pacifico. Algunos exploradores que habían ido antes al Pacifico Sur, habían traído de vuelta a Europa cuentos fascinantes sobre las pequeñas y numerosas islas, y de los pueblos que las habitaban. Uno de los frutos que estos exploradores particularmente habían mencionado era lo que hoy en las islas del Caribe llamamos Pan de Fruta.
Mas tarde, otro capitán, el capitán Cook, después de regresar de su travesía transoceánica, también comento sobre la Pan de Fruta. El hizo referencias a las finas cualidades de esta fruta y declaro que esta era uno de los componentes principales en la dieta de los isleños del Pacifico, y que ellos podían consumirla durante 8 meses todos los anos. En ese ano, el 1777, la Real Sociedad del Arte de Londres, Inglaterra, ofreció una medalla de oro a cualquier embarcación que fuera capaz de tener éxito en transplantar la planta de la Pan de Fruta desde las islas del Pacifico a las Indias Occidentales, o lo que hoy son las islas del Caribe. El propósito era ayudar a alimentar a los obreros que habían sido traídos de África a trabajar en el corte de cana de azúcar en las plantaciones caribeñas. El rey George III, quien había sido recientemente derrotado en una guerra para retener la posesión de las colonias americanas, tenía ahora la oportunidad de dirigir sus pensamientos a alguna otra región del globo terráqueo. Así que a la armada británica le fue dado el permiso para preparar una nave que pudiera ganar esta medalla dorada. El destino del navío: Tahití. En esta isla del Pacifico Sur podrían recoger un buen suministro de plantas jóvenes de la Pan de Fruta y transportarlas a las Indias Occidentales en el Golfo de México.
Era muy bien sabido que esta seria una travesía única en su género, así que la atención de todo el continente europeo estaba sobre ella. Una de las mejores embarcaciones de aquellos tiempos fue adquirida por la Junta Naval para cumplir con esta misión especial. El nombre de esta carabela era: El Bethania, aunque se le renombro: El Bounty, y el lugarteniente William Bligh recibió la comandancia de la nave. Bligh era un hombre de pequeña estatura, con más o menos unos 33 anos de edad. Los historiadores navales nos dicen que el no era un hombre que inspirara amor. Varios autores lo describen como un hombre irritable, áspero, difícil de sobrellevar, y un obligador en vez de ser un líder a seguir. Pero en aquellos días, estas malas cualidades no lo descartaban como un buen navegante, porque el sabia muy bien como comandar a los hombres que tripulaban los barcos, que no eran angelitos tampoco. 45 hombres con edades que oscilaban entre los 17 y 49 anos, fueron escogidos como tripulantes del navío. En vez de navegar hacia la exploración de nuevas tierras o en lugar de salir a conquistar nuevos territorios, esta expedición estaba designada para promover la buena voluntad y para intercambiar beneficios entre colonias. Es por esto que el los tripulantes fueron seleccionados con mucho cuidado. Como el segundo oficial al mando, con 22 anos, Fletcher Christian, fue escogido. Christian era un hombre altamente admirado en la naval, y generalmente se le consideraba como un joven que se elevaría bien alto en los rangos navales.
Antes de este viaje el había sido un amigo particular del capitán Bligh, así que mediante una petición especial se le pidió que se uniera a la compañía de la nave como su principal comandante. El ya había acompañado a Bligh en otras 2 travesías previas, y este le consideraba con mucha estima. Después de este los siguientes tres oficiales mas importantes eran: Peter Heywood, Edward Young, y George Stwart. Ellos también deseaban llegar a ocupar altas posiciones en la marina británica. Pero lo que ninguno de ellos sabia es que solo uno de ellos regresarían alguna vez a Inglaterra, este fue Peter Heywood. Se sabe muy poco sobre el resto de los hombre que conformaban la tripulación.
Cuando caía la tarde del 23 de diciembre del 1787, El Bounty levanto las anclas y navegaba lentamente a lo largo del río Thames. Una de las travesías mejor conocidas en la historia de Inglaterra había comenzado. Cruzando el Atlántico y navegando hacia el sur a lo largo de la costa de Sudamérica, El Bounty se dirigía hacia “El Cuerno”, que es la ultima puntita del largo país llamado Chile en el Sur del continente. El plan era navegar alrededor de esta parte del continente Sudamericano y luego de esa forma llegar al Océano Pacifico. Pero en esa parte del mar, ellos encontraron tormentas tan terribles que el capitán Bligh pensó que perderían la nave. En el reporte que dio mas tarde, sobre esta parte del viaje el dijo: “Los repetidos y fuertes oleajes parecían ser cada vez mas violentos, los vientos eran tan excesivamente severos que yo escasamente me atreví a llevarles la contraria. El tambaleo de la nave era tan rápido y los lados del barco se elevan tanto entre los mares, que era imposible estar en pie sin estar agarrado a una cuerda que cruzaba la cubierta”. El clima se puso tan feroz al punto que el capitán Bligh no tuvo mas remedio que devolverse e ir en dirección este, o sea, ahora tendrían que navegar mas de tres cuartas partes del camino dándole la vuelta al mundo en la dirección opuesta, pasando por debajo del continente Africano, atravesando el Océano Indico, y luego pasando entre Australia y Asia. Ellos no pudieron anclar su nave en Tahití, sino hasta octubre 26, 1788; 10 meses después. En esos largos meses tuvieron que navegar mas de 60,000 kms., y lo que todos ellos vivieron durante esos largos meses y kms. llego a ser más que una preocupación: una pesadilla.
La falta de alimento, poco espacio, agua de mala calidad, condiciones muy difíciles, un clima despiadado, y los meses que parecían nunca acabar habían agitado severamente los nervios y el temperamento de todos abordo. Pero el punto critico fueron las tácticas aplicadas en cubierta del capitán Bligh combinado con las escasas raciones de alimento que el daba a sus hombres. El problema era que Bligh no era solamente el capitán del navío, sino que también era quien tenia el monedero, en otras palabras, el era el tesorero. Mas tarde fue dicho que su excesiva economía con los alimentos fue la causa que trajo la mayoría de los problemas. Se había sugerido que las pobres raciones de comida servían solo para su propio beneficio. Uno de los líderes principales en el resentimiento que crecía constantemente de los tripulantes hacia el capitán era Matthew Quintal. El estaba lleno de resentimiento porque el fue el primero que fue anotado por Bligh para reportar su mala conducta, porque según el, este marinero era insolente e iracundo y se le castigo con dos docenas de latigazos. James Morrison, otro de los marineros, mas tarde cuando regreso a Inglaterra declaro ante la corte que inquiría lo acontecido durante el viaje que todo lo que Quintal había hecho era quejarse por las restricciones innecesarias en las comidas regulares.
En otra ocasión, el capitán Bligh ordeno que el suministro de queso se trajera a la cubierta para que recibiera un poco de aire. Cuando el que estaba a cargo de los barriles abrió una de las cajas, el capitán con voz tronante dijo: “Faltan 2 bolas de queso. Alguien se las robo.” Tranquilamente el marinero le recordó que los envases habían sido abiertos mientras el barco todavía se encontraba anclado en el río Thames en Inglaterra, y que por orden del Sr. Samuel, el contador, los quesos habían sido enviados a la casa del capitán Bligh. En eso, Fletcher Christian dio un paso al frente y con mucha amabilidad presento evidencias que daban apoyo al hecho en cuestión. Desatendiendo cualquier otra discusión, el capitán ordeno:“No se le de mas queso a ninguno de estos dos oficiales, es mas, no hay queso para nadie hasta que el que se robo los quesos los devuelva.” Luego volviéndose y hablándole violentamente a este marinero, le maldijo y le declaro que seria azotado si se decía algo más sobre el incidente.
Después de aguantar por 10 meses cosas similares, el barco por fin anclo en la laguna Matavai. Una penosa pesadilla estaba ya en el pasado y lo que estaba frente a sus agobiados ojos parecía un paraíso. Habían arribado a la amistosa y acogedora isla de Tahití. Los nativos de aquella isla mostraron una muy buena hospitalidad al capitán Bligh y a los tripulantes del Bounty. Los largos días de la rutina y la faena de la vida en alta mar eran solo un mal recuerdo. Ahora tenían un trabajo por hacer en esta isla, preparar las plantas de Pan de Fruta para transportarlas hacia las indias occidentales. Aunque la mayor parte del tiempo la pasaban disfrutando de la vida isleña, porque se dijo que uno llamado Nelson, quien era el botánico del barco, y otro con el nombre de Brown, el jardinero, hicieron la mayor parte del trabajo de poner en macetas las mas de 1000 plantas que fueron llevadas a bordo y depositadas en un almacén especial previamente preparado para cumplir con esa función. Ellos permanecieron unos 6 meses mas o menos en esta isla del pacifico, desde octubre 1788 hasta abril 1789. Pero aun esta larga estadía no sirvió de mucho para aminorar el mal humor que sus tripulantes habían adquirido en su viaje de ida. Finalmente llego el día de partir, y como siempre fue tan difícil decir adiós. Pero al fin, los hombres abordaron el barco una vez más y se despidieron de su feliz vida de muchos meses. Lentamente la nave fue guiada hacia el mar por grandes canoas de los nativos, y luego, izando las velas, la embarcación se dirigió al oeste buscando el Océano Indico. Todos se preparaban mentalmente para otro agotador, y largo viaje de regreso. Y pronto comenzó a suceder lo mismo de antes.
2 o 3 días después de haber embarcado, el capitán Bligh confisco toda la comida que le había sido dada a los marineros como regalos por sus amigos los nativos. Fletcher Christian objeto esta acción, por esto el capitán, usando malas palabras, le respondió inmediatamente utilizando un lenguaje sarcástico. Christian contesto: “Señor, su abuso es tan malo que no puedo llevar a cabo mi deber con ningún deleite”. Una vez el capitán había advertido a Christian que no usara armas en contra de los nativos, pero sucedió que 2 semanas mas tarde, cuando el Bounty hizo una parada en la isla de Anamooka para conseguir agua y fueron repelidos por nativos poco amigables, Christian retorno al navío sin haberles disparado. En esto, Bligh lo maldijo y le llamo cobarde. De esta forma la brecha entre estos 2 hombres se hacia cada vez mas amplia. 3 días mas tarde, mientras se encontraban todavía navegando cercanos al grupo de islas que conforman a Tonga, ocurrió un episodio que fue el precursor directo del desenlace de la historia.
Una tarde del 27 de abril, Bligh subió a la cubierta y descubrió que faltaban algunos cocos de los que el tenia apilados cerca de las armas. En una tormenta de ira, declaro que los habían robado, y que lo habían hecho en complicidad con los oficiales del navío. A esto, algunos marineros respondieron que nadie les había puesto la mano. Dirigiéndose a Fletcher Christian dijo: “Vaya y busque en cada camarote de cada oficial y tráigame cada coco que encuentre.” Luego le pregunto con furia, como ruge un león: “Cuantos cocos tienes tu en tu cabina?” “Yo en realidad no tengo la cuenta, señor”; contesto Christian; “Pero tengo la esperanza de que no me considere culpable de yo haber robado los suyos.” “Si” respondió Bligh furioso, “Eso es lo que pienso, todos son unos ladrones. Lo próximo que robaran serán mis ñames. Yo te voy a azotar y te echare por la borda antes de que lleguemos a los estrechos Endeavor.” Luego de haber dicho eso, se volvió al Sr. Samuel, el contador de la embarcación, y quien mas tarde contó lo sucedido, y le dijo que detuviera la malicia de los villanos, y que solo les diera media libra de ñames como comida del siguiente día. Y al resto de todos los hombre dijo que si se seguían desapareciendo mas nueces el reduciría la porción de alimento de cada uno a un cuarto de libra. El efecto que causo todo este asunto en la mente de Fletcher Christian fue terrible. El se preguntaba en su mente sobre que reporte daría el capitán sobre su servicio al regresar a Inglaterra. Esto lo hacia pensar muy seriamente. ¿Que le deparaba el futuro? Su mente estaba sumida en estos pensamientos mientra entraba la noche de aquel día.
Uno de los que mas tarde pudo contar la historia, nos dice que la ira del capitán se desvanecía tan rápido como empezaba. 1 hora después de lo sucedido, Bligh envío una invitación a Christian para que cenara con el, la cual este ultimo rechazo con el pretexto de que el no se encontraba muy bien. Del mismo modo, los demás oficiales se habían puesto de acuerdo de que no aceptarían cenar con el capitán si este los invitaba. A la siguiente tarde cuando el sol comenzaba a ocultarse en un horizonte sin costas Fletcher Christian estaba pensando su plan de acción. Las aguas calmadas del Pacifico no le daban ninguna paz. Así que el tenia como objetivo desertar, abandonar la nave esa noche. El capitán había llegado a ser para el su enemigo, y su esperanza de toda promoción futura había sido destruida por lo acontecido. El no sabia que Bligh diría sobre el al regresar a Inglaterra, pero una cosa si sabia, fuera lo que fuera, no seria bueno. Aquella noche el planeaba tomar uno de los botes salvavidas y escapar a alguna isla, por este motivo algunos marineros que sabían sus planes le dieron algunos suministros para que los cambiara por comida al llegar a alguna orilla. Pero por alguna razón, esa noche hubo más actividad de lo común, y tuvo que esperar porque no se podía arriesgar a ser visto. Bien entrada la noche, se retiro a dormir, aunque no lo consiguió y fue llamado a que hiciera su turno en la guardia. Mientras las tranquilas aguas golpeaban el lado de la nave, el junto con Matthew Quintal se recostaron de la baranda mirando a la distancia sobre las aguas. Quintal sabia su plan, y de repente volviéndose a el le dijo: “¿Por que intentar huir de la nave cuando puedes tomar control de ella? No eres el único que ha sido abusado por el viejo -pan de fruta-.” Así llamaban algunos al capitán privadamente. Christian inmediatamente llamo a 3 compañeros: Isaac Martin, Charles Churchill y Matthew Thompson. Todos ellos ya habían probado al “Gato”, el látigo, y les sugirió un plan. Otro marinero llamado Alexander Smith también se unió a ellos y llamo a William McCoy y John Williams quienes también favorecieron el complot porque todos habían recibido un duro trato. La siguiente hora trajo un dramático cambio en los eventos acontecidos. Fletcher Christian acompañado por otros 3 hombres tomaron al capitán por sorpresa mientras dormía en su cabina. Sacándolo de la cama lo tiraron al piso y le ataron las manos. De la cubierta bajaron un pequeño bote al agua y el capitán Bligh y 18 hombres que escogieron permanecer con el fueron forzados a entrar en el. Les dieron algo de provisiones y los dejaron a la deriva. Este botecito a la deriva con 19 hombres fue mas allá de Nueva Guinea y Australia para finalmente llegar a una distante colonia holandesa en Asia. Los sufrimientos que pasaron fueron indecibles e innumerables. Eventualmente ellos regresaron a Inglaterra donde dieron el reporte de cómo Fletcher Christian y los demás se amotinaron. Ahora, volviendo al Bounty, ellos tenían que decidir donde ir. La mayoría de los amotinados querían volver a Tahití, pero Christian sabia que esto seria muy peligroso, porque con el tiempo enviarían un buque a buscarlos y cuando eso ocurriera, Tahití no seria el lugar ideal para estar viviendo, así que el dirigió el barco hacia la isla de Tubuai, pero al encontrar nativos no amistosos, finalmente, por la insistencia de sus hombres retornaron a Tahití, que es la mas grande isla de un grupo de 14. Tan pronto los amotinados se acercaron a ella, pudieron ver sus volcanes impresionantes y los arrecifes de coral que la rodeaban. Allí Anclaron el barco cercano a la costa y en pequeñas embarcaciones se dirigieron hacia la orilla. Para ellos era como volver al paraíso: cocos, cana de azúcar, frutas tropicales, y sobre todo mujeres. Cuando llegaron a tierra firme, 16 de ellos votaron para permanecer en esta isla, pero los otros decidieron echar su suerte con Fletcher Christian, quien decía que zarparía en breve. Más tarde después de que Christian y algunos otros se fueron de Tahití, esto es lo que aconteció a los que permanecieron allí: 2 fueron muertos por los nativos quienes se cansaron de sus robos y adulterios, los otros 14 fueron capturados por un navío británico enviado desde Europa a buscarlos. Todos fueron encadenados. 4 se ahogaron cuando el barco en el que viajaban encalló en un arrecife. Solo 10 llegaron a Inglaterra para ser juzgados, y el veredicto fue que 3 de estos fueron ejecutados.
Peter Heywood, uno de los que fue perdonado dijo que Christian dijo lo siguiente: “Caballeros, los llevare a donde quieran ir, no deseo que ninguno permanezca conmigo, pero quiero pedirles un favor concédanme quedarme con el barco. Denme unos cuantos galones de agua y déjenme ser llevado por el viento. Yo desembarcare en la primera isla donde me lleve el mar. No puedo permanecer en Tahití después de lo que he hecho. Nunca viviré en un lugar donde puedan encontrarme y llevarme de vuelta para ser una vergüenza para mi familia.” No obstante, algunos juraron permacener con el, estos fueron: John Williams, William Brown, Isaac Martin, John Mills, William McCoy, Matthew Quintal, Edward Young y Alexander Smith quien mas tarde cambio su nombre a John Adams. La noche del 21 de septiembre del 1789 fue la última noche en que la civilización vio por última vez a Fletcher Christian. Fue una muy triste despedida entre los amotinados. Con los que escogieron permanecer con el, Christian navego al norte a otra parte de la isla y permanecieron allí lo suficiente como para que los tripulantes se casaran con mujeres de Tahití. Mi`Mitti, la noble hija de uno de los importantes jefes, llego a ser la esposa de Christian. Brown, el jardinero del barco se encargo de seleccionar diferentes plantas frutales y llevarlas a bordo, los demás hombre trajeron consigo gallinas y chivos para el largo viaje, además de 6 jóvenes nativos de Tahití para que sirvieran de tripulantes en la nueva travesía. Una vez mas el Bounty navegaba en una nueva aventura.
Años antes, mientas todavía vivía en Inglaterra, Fletcher Christian había tenido acceso a los registros navales. También es muy probable que en la habitación donde estaban los diagramas en el Bounty, hubiera copias de los más recientes mapas. No cabe dudas que el había leído sobre el descubrimiento de una pequeña isla desabitada que tenia agua y tierra fértil, que estaba a unos 2000 y pico de kms al este de ellos, porque al parecer el navego directamente hacia esa isla. La mañana del 23 de enero del 1790, la isla de Pitcairn fue divisada desde el Bounty. Anclando cercano a la bahía, que más tarde se llamaría Bahía Bounty, los marineros descargaron la nave lentamente, cargando todo hacia la costa rocosa que tenía un despeñadero de unos 200 pies de altura. Todo lo que se pudo mover dentro del barco fue llevado a la costa y subido por el risco. Luego de prácticamente desnudar la nave, porque hasta los tablones de los lados fueron tomados, ellos prendieron fuego a lo que quedo. Este barco que por 2 años había sido su hogar ya no existía. En la isla ellos ciertamente encontraron agua, buena tierra, madera, y algunos árboles frutales. Christian dividió el pequeño asentamiento en secciones, y pronto todos estaban muy ocupados construyendo casas, acondicionando tierras, y plantando árboles. Ellos obtenían sal del mar y siempre había una gran cantidad de peces para todos. La vida en su pequeño mundo comenzó a tomar el curso de la rutina diaria. Los grandes continentes a su alrededor estaban llenos de violencia, contienda, guerras, y miseria. Parecía como si ellos en esta remota isla hubieran escapado de todas aquellas cosas de este mundo.
Un día, mientras Christian buscaba entre sus cosas en un cofre, descubrió una biblia que su madre había puesto allí años antes. Teniéndola en la mano, recordó como su madre le leía de ella cuando el era un niño y se sentaba en sus piernas. El tomo la biblia camino hacia una cueva cercana y allí comenzó a leerla. Muchas fueron las horas que paso en ese lugar con su biblia. Pronto otro hombre comenzó a venir a la cueva con el, Alexander Smith, quien para este tiempo se había cambiado el nombre a John Adams. Mientras los días se convertían en semanas, el libro de Christian trajo una maravillosa paz al corazón de Adams. El también encontró lo Fletcher Christian había encontrado, que sus pecados pueden ser perdonados a través de la gracia de Cristo. Pero a pesar de esto, los siguientes 5 años se volvieron una pesadilla para la colonia.
John Williams, Matthew Quintal, y William McCoy siempre habían sido muy bebedores, y puesto que ahora no había nada de bebidas en su remoto paraíso, ellos comenzaron a experimentar. McCoy había crecido en una destilería, y teniendo la fiebre de seguir con su antiguo estilo de vida, descubrió que podían hacer una bebida alcohólica utilizando diferentes raíces. Así llego el alcohol al paraíso. Un día la esposa de Williams cayo de un risco al mar y murió mientra trataba de recoger huevos de los nidos de las aves marinas. Un poco de tiempo después, Williams estando medio borracho, fue a la casa de uno de los jóvenes de Tahití llamado Talalu, y tomo la mujer de este. En furia, Talalu se unió con los demás jóvenes Tahitianos y comenzaron una guerra que acabo con la vida de John Williams, Isaac Martin, William Brown y John Mills. Fletcher Christian que no estaba apercibido de lo que estaba sucediendo, fue muerto mientras labraba su huerta. John Adams que había sido herido en un hombro pudo escarpar de alguna forma, mientras que Edward Young fue escondido con éxito por su esposa. Los 4 ingleses que quedaron, así como las viudas de los asesinados se dieron cuenta de que algo urgente tenia que ser hecho, fue así como en un ataque sorpresa, ellos mataron a todos los hombres Tahitianos.
Pero McCoy y Quintal, los más fuertes bebedores, estaban sanos y salvos. Ellos, en este remoto paraíso, comenzaron a practicar cada vicio imaginable. La traición y la agresión reinaban y nadie se sentía seguro. Algunas de las mujeres en su desesperación trataron de abandonar la isla en balsas, pero no se les permitió. El futuro de la pequeña colonia parecía sombrío. En uno de eso difíciles días, con una depresión alcohólica, McCoy camino hacia una de los despeñaderos, tomo una gran roca, la ato a su cuerpo y se lanzo al mar. Así termino una vida triste y miserable. Mas tarde, la esposa de Quintal murió en una accidente y el demando otra esposa, pero ninguna de las mujeres de la isla quería ser la esposa de un borracho que en un ataque de ira había arrancado de una mordida la oreja de su esposa porque ella no había podido atrapar tantos peces como lo acostumbrado. Finalmente Quintal demando a que Adams o Young le dieran la esposa de uno de ellos o los mataría a los dos. Ellos no teniendo ninguna duda de que el realmente pensaba llevar a cabo su amenaza, lo emborracharon con su propio licor, y lo despacharon de este mundo con un hacha. Ahora la pequeña comunidad pudo establecerse en la paz que había estado buscando por años. Nunca más se permitiría el uso de alcohol en la isla. Ya era el año 1798, habían pasado 8 años desde la primera vez que los amotinados habían puesto un pie en Pitcairn. Adams y Young eran los únicos sobrevivientes de 15 hombres que llegaron al paraíso, pero ahora Adams de 36 anos vio como Young sucumbió a un ataque de asma 2 años mas tarde. Era la primera vez en 10 anos que un habitante de Pitcairn moría de causas naturales.
Un paraíso en una isla remota bien lejos de toda civilización, en el medio del océano, pero aun así, cuando vino gente a vivir allí, ellos trajeron los vicios y la inmoralidad del resto del mundo con ellos. Pasión, contienda, borracheras, etc. El resultado fue el mismo: Derramamiento de sangre. Amigo mío, amiga que me escuchas, ¿Es que no hay respuesta? ¿Habrá algo que pueda evitar que el hombre deje de destruirse así mismo?
De todos los hombres que estuvieron en la isla, ahora solo quedaba John Adams. ¿Qué debía hacer? Con 11 mujeres y 23 niños en la isla, el se dio cuenta de que tenia una gran responsabilidad sobre si. Debía conducirlos hacia una mejor forma de vida. Un día el se dirigió a la cueva donde solía ir con Fletcher Christian antes y desde allí solo se puso a contemplar desde su isla hogar el inmenso océano que se extendía al mas allá. El recordó los hermosos tiempos felices en que el y Christian leían de la biblia. Mientras el pensaba en estas cosas se quedo dormido, y en sus propias palabras el describió lo que aconteció de la siguiente manera: “Tuve un sueno que cambio toda mi vida. Parecía que junto a mi estaba un ángel que me hablo advirtiéndome de mi vida pasada, y me llamo a que me arrepintiera y que fuera y educara a esos niños en el camino de la biblia de Fletcher Christian.” Desde ese día el no solamente trato de vivir una mejor vida, sino que se propuso ayudar a que esos niños y mujeres aprendieran de Dios también. Corría el año 1800.
John Adams tenia 4 niños suyos, pero el sentía especial aprecio por un hijo de Christian quien nació un jueves de octubre y por eso su padre lo llamo Thursday October Christian, o Jueves Octubre Christian. Este niño tenía ahora 10 años y ellos 2 fueron a la cueva y allí aprendieron a leer utilizando la biblia. Apenado por su vida pasada, el carácter de este rudo marinero fue suavizado, y comenzó a ensenar a las jóvenes mentes en la isla acerca del amor de Dios. El hacia reuniones devocionales al amanecer y al anochecer, una costumbre que todavía se practica en la isla.
Mientras mas estudiaban la palabra de Dios, se afirmaron en sus mensajes. Caracteres refinados comenzaron a surgir. Se podía notar que había la viva firmeza de hacer lo que es correcto. Una maravillosa paz reino en sus corazones y con vivo celo determinaron nunca mas volver a su vida pasada.
Cuando decidieron hacer una pequeña escuela, 5 de los muchachos mayores se pusieron a trabajar en la obra. En principio, las clases consistían en solo estudiar aquella biblia. Los niños preferían eso más que cualquier otra cosa. Adams les enseño la importancia de la oración. El mismo comenzaba cada día con oración ferviente para que Dios lo ayudara a conducir a los suyos en el camino correcto. Como pastor y maestro pedía a Dios ayuda constantemente, y Dios fielmente le suplía su necesidad. El curso de conducta cambio radicalmente en la isla. Todos reconocieron que aquel libro que les hablaba de Dios los estaba guiando hacia una vida mejor.
El 17 de septiembre del 1814, 2 fragatas británicas que perseguían a un barco pirata, se encontraron repentinamente con lo que parecía ser una gran roca saliendo del mar. Ellos se dirigían a Valparaíso desde las islas Marquesas, y se encontraron con esta isla que no estaban esperando. Ellos habían calculado mal su distancia y pensaban que Pitcairn estaba a unos 450 kms más allá. John Adams reconoció las banderas y envío a Jueves Octubre Christian, quien ahora tenía 24 anos, junto con otro de los chicos de la isla a que recibieran a los capitanes. Uno de los capitanes quedo sorprendido cuando Jueves Christian le hablo en un ingles muy educado y fluido: “Capitán nos pasa una cuerda por favor.” Una vez abordo, los asombrados marineros descubrieron el misterio de cómo en el medio de la nada había 2 chicos que hablaban su idioma. “¿Quién eres tu?” Preguntaron con asombro. “Mi nombre es Jueves Octubre Christian, hijo de Fletcher Christian, el que se amotino, mi madre es de Tahití, y soy el primogénito de esta isla.” Los chicos fueron luego invitados a almorzar con este capitán llamado Staines, y cual no fue la sorpresa cuando ambos chicos antes de tomar cualquier alimento ofrecieron una oración al cielo. Para ellos esto los dejo muy impresionados. La piedad y simpleza de estos jóvenes, que vivían tan alejados de cualquier tierra civilizada era algo inexplicable. Luego ambos capitanes fueron a la isla a entrevistarse con John Adams. El se ofreció a volver a Inglaterra y a enfrentarse al juicio por su parte en aquel amotinamiento, pero todos los isleños se agruparon alrededor de el y le rogaron a los marineros que le permitieran quedarse. Estos 2 capitanes fueron tan profundamente tocados por esta escena que decidieron no molestar la colonia. Ambos regresaron a Inglaterra y presentaron un reporte oficial de lo acontecido e hicieron la petición de que John Adams no fuera buscado puesto que el capitán Bligh ya había muerto. Así que el caso permaneció cerrado. John Adams pasó al descanso en el Señor a la edad de 65 años en el 1829.
La historia continua, pero por razones de tiempo nos detendremos aquí. En Pitcairn, aquella interesante isla se hizo una vez un censo para ver cuantas biblias había. Se encontraron 247, esto es 3 biblias por persona. La biblia es el libro mas leído por los isleños de Pitcairn. Aquel libro transformo la dramática historia de aquella isla. Amigo mío, amiga oyente yo te hago la pregunta: ¿Te gustaría vivir en Pitcairn? Estoy seguro que muchos de nosotros nos gustaría vivir en un lugar así.
Un sitio donde no hay alcohol, no hay violencia, que dicho sea de paso, hoy en día en Pitcairn hay una cárcel porque el gobierno ingles ordeno que se construyera una, pero nunca ha sido usada. Un sitio donde cada uno ponga a su prójimo antes que a si mismo. Hoy todavía la isla de Pitcairn esta allá en las remotas aguas del Pacifico. Todavía hay muchas personas que viven allá. Quizás lo difícil de vivir en Pitcairn es como llegar hasta allá. Hoy en día para visitar esta isla, primero uno debe volar medio mundo hasta Auckland, Nueva Zelanda y tomar un buque mercantil y navegar por 7 días. Este buque hará una pequeña desviación en su ruta para dejar a cualquier persona que se dirija a Pitcairn, lo que nos hace suponer que el costo de un viaje a esta isla es bien elevado.
Pitcairn es un lugar muy difícil de llegar, pero aunque no podamos ir hasta allí para disfrutar de la vida sin violencia, quiero decirte que el libro que transformo la vida de los habitantes de este sitio en medio de la nada también esta a tu disposición. La biblia amigo mío, es el gran libro de texto de Dios para el hombre. La biblia es la lámpara que el pone a nuestros pies, y la luz divina en nuestra senda en este mundo de pecado. Ningún otro libro en este mundo se compara con la palabra de Dios. La biblia es un libro que amplia la visión, fortalece y eleva la mente, y ennoblece los afectos. En la medida que se estudian las enseñanzas de la biblia, ellas imparten fortaleza de carácter, nobles ambiciones, agudeza de percepción y sano juicio. De todos los libros que se hayan escrito ninguno contiene lecciones tan instructivas, preceptos tan puros o promesas tan grandes como en la Biblia. Muchos dudan de que la biblia sea la palabra de Dios, pero permíteme decirte amigo mío, amiga oyente, que no hay nada que convenza tanto la mente respecto a la inspiración de la biblia como la lectura de la biblia en si, especialmente cuando estudiamos las profecías bíblicas y podemos constatar su exacto cumplimiento.
Como guía, la biblia es sin rival. El creer en ella infunde serena paz, y una firme esperanza en lo futuro. La biblia resuelve los grandes problemas de la vida y el destino, e inspira a vivir una vida de pureza, paciencia y bien hacer. La biblia llena el corazón de amor a Dios y del deseo beneficiar a otros, y así prepara al hombre para ser útil aquí, y para morar en el lugar celestial. La biblia presenta el único código de moral perfecto jamás dado. Habla del futuro y de la preparación necesaria para enfrentarlo. Nos hace valientes en la defensa de lo recto, y sostiene el alma en la adversidad y en la aflicción. La biblia ilumina el valle de la muerte, y dirige nuestros ojos a una vida sin fin. En síntesis mi querido amigo, amiga que me escuchas, la biblia, la palabra de Dios, las Sagradas Escrituras, ese libro que hoy esta a tu disposición es el libro por el cual vivir. Es el libro que puede cambiar tu vida.
Lo que debemos hacer hoy en día en estos tiempos difíciles es estudiar la biblia. Las cosas en este mundo se tornan cada vez peor. Este mundo se encuentra en una conmoción similar a la que sobrecogió a los habitantes de Pitcairn, pero en medio de las dificultades y los problemas, al leer la biblia tu puedes encontrar paz en este mundo turbulento, y puedes llegar a conocer que el temor de Dios es el principio de la sabiduría. Mediante la biblia puedes adquirir el conocimiento que proporciona salvación. Te exhorto mi amigo, mi amiga, a que desde hoy escudriñes la palabra de Dios si no lo estas haciendo. Toma tu biblia, comienza a leerla, y te garantizo que tu vida no será la misma. Es mi deseo que puedas ser transformado mediante el estudio de la palabra de Dios. Pueda Dios hablar a tu corazón.