¿El Mensaje o El Mensajero?

En la era en que nos ha tocado vivir, al cristianismo se le hace difícil escuchar mensajes de amonestación y reprensión de parte de Dios. Preferimos escuchar mensajes placenteros y agradables. Mensajes que nos den esperanza en el futuro y que nos hagan sentirnos cómodos en nuestras iglesias. Aunque en la biblia se presentan mensajes de esperanza y consuelo, muchas veces Dios tuvo que mandar mensajes de reprensión. En Las Escrituras encontramos la historia de un rey al cual Dios le envió sus mensajes duros de oír con tal de salvarlo a través de dos siervos suyos. Tristemente el rey se fijó más en los mensajeros que en los mensajes.

La nación de Israel había caído en pecado. Estaba andando bajo la dirección de un rey que se había apartado de un claro así ha dicho Jehová y que había comprometido la verdad con el error. El rey Acab estaba casado con Jezabel, una princesa fenicia y así introdujo en Israel el culto y la adoración a Baal, dios de los sidonios. Este era considerado como el dios de la tormenta quien enviaba la abundante lluvia que fertilizaba la tierra y permitía que todo floreciera. Dios a manera de hacerle ver a su pueblo su error permitió que Su siervo diera un mensaje negativo para la nación.

     “Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra.” 1 Reyes 17:1

El terrible mensaje que Elías tuvo que dar lo afectó inclusive a él mismo. El tuvo que retirarse a Sidón, la tierra de Jezabel. Y las consecuencias de dicho mensaje fueron desastrosas. La sequia que Elías profetizó duró  tres años y medio. La biblia dice:

     “Dijo, pues, Acab a Abdías: Ve por el país a todas las fuentes de aguas, y a todos los arroyos, a ver si acaso hallaremos hierba con que conservemos la vida a los caballos y a las mulas, para que no nos quedemos sin bestias.” 1 Reyes 18:5

Seis meses sin llover es mucho tiempo. La agricultura se ve afectada. La ganadería sufre bastante. Imaginemos entonces una sequia de tres años. Durante todo ese periodo Baal no había sido capaz de solucionar la situación. Dios ordenó a Elías presentarse delante de Acab para traer lluvia una vez más a la tierra y notemos lo que el rey le dijo al profeta y la respuesta de este al rey.

     “Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel? Y él respondió: Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales.” 1 Reyes 18:17, 18.

La culpa del mal que le había acontecido a la nación era achacada sobre el mensajero. Pero vemos que el problema no estaba en el mensaje ni en el mensajero, sino en el apartamiento de la verdad por parte del rey junto con la nación. Luego que vino la lluvia Elías tuvo que huir para salvar su vida porque Jezabel quería matarlo por oponerse al pecado entre el pueblo. La biblia nos dice el por qué Elías aceptó dar un mensaje de reprensión, no agradable ni popular de parte de Dios.

     “Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.” 1 Reyes 19:9, 10

La condición de apartamiento de los principios Divinos fue lo que motivó a este profeta a ponerse en las manos de Dios con el fin de que en su pueblo se llevara a cabo un cambio decidido para el bienestar espiritual de la nación.

El apóstol Santiago dice:

     “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.” Santiago 5:17, 18

En nuestros días sucederá lo mismo. Los mensajes que tienen que ser dados al pueblo de Dios en esta era no serán presentados por ángeles inmaculados, sino por seres humanos comunes y corrientes que sienten pesar al ver la condición en la que se encuentra el pueblo de Dios. Hombres que verán cómo se mezclan la verdad y el error dentro de la iglesia en un mundo cada vez más corrompido.

Elías parece haber tenido algo que ver con el castigo que Dios envió a Su pueblo; Aunque él tenía las mismas flaquezas humanas que nosotros. Por la oración de Elías no llovió dice el apóstol. Este profeta veía como Israel se había apartado de la verdad y comenzó a orarle a Dios fervientemente para que interviniera. Dios entonces le encomendó ir donde Acab con el mensaje antes presentado. Esto nos muestra que por el hecho de un hombre tener faltas en su vida, esto no lo descalifica para presentar el mensaje amonestación de parte de Dios, porque de ser así, ¿Quién predicaría entonces? Todos somos pecadores y tenemos faltas, quizás unos más que otros, pero al final todos necesitamos la misma salvación. Pero Dios mueve a hombres y mujeres con defectos de carácter como nosotros a sentir pesar por la condición en que se encuentra Su pueblo. Dios utiliza a seres humanos imperfectos para darnos Sus mensajes de amonestación y represión porque nos ama y quiere nuestro bien. En la historia de Acab encontramos que Dios, quien es grande en misericordia, le dijo a Elías en una ocasión:

     “¿No has visto cómo Acab se ha humillado delante de mí? Pues por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días; en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa.” 1 Reyes 21:29

Aunque Acab se arrepintió por un tiempo durante el ministerio de Elías, tristemente se apartó de los caminos de Dios nuevamente. Dios le envió otro mensaje duro de escuchar  por medio de otro profeta. Esta es una historia sobre un profeta singular y nos muestra que tan renuentes somos a escuchar los mensajes no tan agradables del cielo. No se sabe mucho sobre este segundo profeta enviado a Acab, solo se sabe una cosa, los mensajes que presentaba no eran agradables ni placenteros tampoco. Aunque él no fue el único profeta con esta característica, su breve aparición en Las Escrituras nos revela que en particular el rey de Israel lo detestaba quizás más que cualquier otro israelita. Este profeta no escribió ningún libro hallado en el Antiguo Testamento, pero aunque solo se registra un breve mensaje suyo dirigido al rey, no hay dudas que no fue el único que presentó. Nos referimos al profeta Micaías. En el segundo libro de Las Crónicas capítulo 18 leemos:

     “…Y dijo Acab rey de Israel a Josafat rey de Judá: ¿Quieres venir conmigo contra Ramot de Galaad? Y él respondió: Yo soy como tú; y mi pueblo como tu pueblo; iremos contigo a la guerra. Además dijo Josafat al rey de Israel: te ruego que consultes hoy la palabra de Jehová. Entonces el rey de Israel reunió a cuatrocientos profetas, y les preguntó: ¿Iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o me estaré quieto? Y ellos dijeron: Sube, porque Dios los entregará en mano del rey. Pero Josafat dijo: ¿Hay aún aquí algún profeta de Jehová, para que por medio de él preguntemos?  Y el rey de Israel respondió a Josafat: Aun hay aquí un hombre por el cual podemos preguntar a Jehová: más yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre mal. Este es Micaías, hijo de Imla. Y respondió Josafat: No hable así el rey.” Versos 3-7.

De entrada vemos que el rey de Israel tenía bastantes profetas que presentaban mensajes positivos y agradables. Mensajes de optimismo, de siempre echar hacia adelante con la bendición de Dios. Pero parece ser que el rey Josafat notó algo en ellos que no lo dejó convencido del todo de sus mensajes. Aunque era un mensaje unísono de “parte de Jehová,” él reconoció que Jehová no estaba en el mensaje y por eso preguntó si no había algún otro profeta además de esos cuatrocientos. A lo que Acab respondió que había otro con el cual él no simpatizaba. De hecho, la biblia dice que él lo aborrecía porque nunca le profetizaba nada bueno. ¿Era Micaías un pájaro de mal agüero? Este profeta no profetizaba nada bueno porque realmente no había nada bueno que profetizar. La nación se había apartado de Dios, y sus caminos eran contrarios a la voluntad Suya. La nación seguía con una mezcla de verdad y error. Y los mensajes que se les presentaban eran sobre bienestar y bonanza. Aun cuando los profetas profetizaban en nombre de Jehová, su presentación del mensaje estaba comprometida con la causa de Baal porque su sustento y manutención salía de la mesa de Jezabel. Acab odiaba a Micaías porque realmente odiaba la verdad. Este rey había aprendido a amar la mezcla de la verdad con el error. La verdad cruda es dura muchas veces, pero no por esto deja de ser verdad. Los mensajes que este profeta presentaba no estaban sujetos al compromiso que tenían los demás profetas, sino que él dependía de Dios mismo.

A regañadientes Acab mandó a buscar a Micaías mientras todos los profetas profetizaban éxitos delante de ellos. El que había ido a llamar a Micaías, le dijo: “He aquí las palabras de los profetas a una voz anuncian al rey cosas buenas; yo, pues, te ruego que tu palabra sea como la de uno de ellos, que hables bien.” A lo que Micaías replicó: “Vive Jehová, que lo que mi Dios me dijere, eso hablaré.” Continuemos leyendo la historia ahora en el verso 14:

“Y el rey le dijo: Micaías, ¿iremos a pelear contra Ramot de Galaad, o me estaré quieto? El respondió: Subid, y seréis prosperados, pues serán entregados en vuestras manos. El rey le dijo: ¿Hasta cuántas veces te conjuraré por el nombre de Jehová que no me hables sino la verdad? Entonces Micaías dijo: He visto a todo Israel derramado por los montes como ovejas sin pastor; y dijo Jehová: Estos no tienen señor; vuélvase cada uno en paz a su casa. Y el rey de Israel dijo a Josafat: ¿No te había yo dicho que no me profetizaría bien, sino mal?”

Primero vemos que el enviado a buscar al profeta quiso condicionar el mensaje que este debía de dar y segundo vemos que cuando Micaías llegó donde Acab le dijo lo que él quería oír. Sin embargo, en el tono o de la forma en que lo dijo, el rey se dio cuenta que ese no era el mensaje que el profeta tenía que dar. Cuando Acab exigió que el profeta dijera la verdad, entonces no le gustó lo que escuchó.

Tristemente gran parte del mundo cristiano actual también ha comprometido la verdad con el error. Así como en el antiguo Israel, el pecado se ha hecho presente en el medio cristiano en muchas maneras. Las falsas doctrinas, la falsa adoración hoy se encuentran en una parte importante del cristianismo. No obstante, es más agradable escuchar una “mezcla light de la verdad” que la verdad pura y sencilla. La verdad como se encuentra en la Palabra de Dios, en el tiempo actual suena discordante en los oídos de muchos cristianos. Hoy la mayoría preferimos que se nos hablen de éxitos, de esperanza, de amor y paz. Pero lo lamentable de nuestra situación es que nos encontramos en la misma condición en que se encontraban los israelitas. Dios, como ama a Su pueblo, no envía mensajes de paz sino de reprensión. Estos mensajes son dados por pocas personas que no son bien vistas y como en el caso de Micaías muchas veces se intenta condicionar sus mensajes. Es muy lamentable también que algunos de los dirigentes de muchas iglesias cristianas ven el mal entre el pueblo, pero no dicen nada al respecto porque su sustento y manutención dependen de la institución a la que representan y prefieren pasar por alto el mal.

A veces Dios envía mensajes de amonestación y reprensión a Su pueblo por medio de algún pastor, predicador, laico o evangelista y por lo difícil de escuchar del mensaje, se le echa la culpa del mal que tiene el pueblo de Dios a dicho mensajero. Muchas veces los oyentes no están interesados en escuchar el mensaje, sino que más bien se pasan todo el “sermón” prestando atención a los gestos, palabras y expresiones que pueda hacer y decir el mensajero para luego desacreditarlo en base a eso. Se da el caso que a muchos no les gustan los mensajes de reprensión directos de parte de Dios y los llaman “condenatorios.” Pero lo sorprendente es que aun cuando se sienten condenados por el mensaje, ellos comienzan a buscar faltas en la vida del mensajero para condenarlo por las mismas. Ellos terminan haciendo lo que no les gusta que les hagan en primer lugar. ¿Paradójico no? Pero así como Dios tuvo sus siervos fieles en el pasado, así mismo Dios tiene y tendrá sus agentes para presentar la verdad a Su pueblo hoy.

Tanto el profeta Micaías así como el profeta Elías no fueron hombres intachables, sino que tuvieron sus imperfecciones y debilidades como todos nosotros las tenemos,  pero aun así debían dar el mensaje de reprensión y amonestación al pueblo de Dios en el momento en que les tocó vivir. De la misma manera hoy, hombres dirigidos por Dios deberán dar el mensaje oportuno para el momento crucial en que nos encontramos. El mensaje de Dios para nosotros hoy es el mismo que ha sido en varias ocasiones en la antigüedad. Al profeta Isaías se le dijo lo siguiente:

     “Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado.” Isaías 58:1

Jesús siendo Dios, vino a este mundo como hombre y dijo muchas verdades que también fueron difíciles de escuchar en sus tiempos y a veces todavía hoy lo son. Entre ellas el dijo:

     “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.”Apocalipsis 3:19

La verdad a veces no es fácil escucharla, otras veces duele, pero no deja de ser verdad. Es por esto que el mismo Cristo dijo varias veces: -El que tenga oídos para oír, oiga.-Las amonestaciones y reprensiones de Dios tienen como propósito redimir nuestras almas del pecado y llevarnos a andar en santidad según sus principios. Dios quiere salvarnos y por eso nos manda Sus mensajes a través de siervos tan imperfectos como nosotros, pero no por eso dejan de ser los mensajes de Dios. La historia de Acab terminó penosamente con la muerte de este rey que desoyó los mensajes de reprensión y amonestación de Dios. Por lo tanto, sería bueno que no nos fijáramos en el mensajero, sino más bien que escucháramos y acatáramos el mensaje de Dios que esté sustentado en un así ha dicho Jehová.  Aunque el mensaje suene duro, Dios quiere darnos a entender Su voluntad para con nosotros.

Foto tomada de: www.jw.org